No hay ninguna duda acerca de lo certero que se asevera en el título y lo auténtico de su concepto. Cualquier ciudad donde se puedan apreciar identificaciones en tiempo y espacio para orientar a los transeúntes cuando pasan por algún lugar que amerita una recordación, tiene resuelto uno de los factores de su cultura. Y sí, una ciudad llena de placas de heredad gana orden, claridad y belleza.
La propuesta de unificar un formato para las placas que identifican la Herencia Porteña Urbana, está basada en la belleza y la forma de dar aviso acerca de que se trata de un lugar especial que tienen las Blue Plaques de Londres, administradas, hasta ahora, por una institución llamada English Heritage. Ingresando rápidamente en el tema económico por su mantenimiento, comprendemos que este tipo de entidades habitualmente se vincula con fundaciones surgidas de empresas privadas, las que, a través de la exención de impuestos y por gestiones de las mismas ONG (con alta performance de venta y gran aparato marketinero), aportan dinero para los proyectos. En Inglaterra no es difícil encontrar este tipo de «puntoorg» para cumplir diversas funciones que implican un aporte social y cultural.
El problema de hacerlo como lo hacen en Gran Bretaña, radicaría en que las formas de vínculo entre ONGs y empresas y/o sus fundaciones no igual, ni demasiado parecido en la Argentina. 1975, 1989, 2001 y algún que otros momento de nuestra historia marcan y remarcan que cualquier entidad establecida para realizar obras y fomentar acciones culturales, puede existir hoy y poseer una sede lujosa y en 10 años ser un recuerdo y su edificio pertenecer a una Compañia de Seguros.
Por lo tanto no existe otro destino para nuestro dedo señalador, que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (quizás en un proyecto mixto) para su puesta en marcha, mantenimiento y desarrollo. Más tomando en cuenta el destino que parece tener el futuro de la placas azules, según cuenta el periodista de The Telegraph, Harry Mount, quien pone blanco sobre negro acerca de la situación de las identificaciones de la historia londinense.
Mount comienza diciendo que una de las coincidencias más encantadores de la historia de Londres se puede ver en Brook Street, Mayfair. Desde 1723 hasta su muerte en 1759, Händel vivió en el n º 25. Al lado, en el n º 23, Jimi Hendrix estaba en la residencia 1968 a 9. La coincidencia fue prolija y bellamente capturada por un par de placas azules a los dos músicos, a la misma altura en la primera planta, cuatro ventanas separadas. Nada podría ilustrar mejor la potencia histórica, simple pero enorme, de la placa azul, el proyecto más antiguo e imaginativo del mundo para el tratamiento de la heredad comunitaria. No sólo se percibe el placer en la disonancia de un compositor barroco del siglo 18 que vive al lado de un genio de la guitarra eléctrica alimentada por las drogas.
Usted, al estar allí -remarca el redactor del Telegraph, también consigue una doble información: datos biográficos y conocimiento de la historia de Londres en forma combinada. Todo esto en tan sólo unas pocas líneas: cada placa tiene solamente un nombre, fechas de nacimiento y muerte, breve descripción de las funciones y el periodo de residencia. Esta es la razón por la cual la decisión de English Heritage de poner un fin temporal a las nuevas comisiones de placas azules es una tragedia para cualquier persona curiosa de la historia de Londres y sus residentes.
Gracias a los recortes presupuestarios, (N de la R: enero de 2013) English Heritage anunció que sólo pasaba a cumplir los compromisos existentes, y no puede aceptar nuevas nominaciones del grupo consultivo de expertos. El Grupo Especial – que incluye a los escritores Bonnie Greer y Andrew Motion y al comediante Stephen Fry – será disuelto.
Harry Mount dice no dudar de la buena fé de English Heritage cuando dice que está comprometida con la Placas Azules a largo plazo. El jefe de la comisión correspondiente, Emily Cole, quien dio la triste noticia, claramente tiene placas azules que corren por sus venas: vivió en Londres y su libro de 2009 sobre el tema es ejemplar, mostrando un claro amor sobre estos temas.
El tema curioso es que, a pesar de lo indicado, el caso de English Heritage indica que recibe dinero oficial para su mantenimiento, y mucho, demasiado para esta función. Mount remarca que el presupuesto anual del English Heritage se ha reducido de 130 £ millones a 92 millones de £ y co eso se les está viniendo el mundo abajo. Y el mismo Harry se pregunta: «Pero, sin duda, el dinero se puede encontrar para salvar estas placas sin par en el tiempo ¿tal vez de un patrocinador privado?

Parece gracioso: el mismo sistema con el que, alguna vez, los ingleses enseñaban a financiar todo aquello que daba valor a ciertos patrimonios, no fue aplicado y es ahora el periodismo el que lo reclama, viendo que la entidad administradora se ahoga sin pedir auxilio (quizás, lo más absurdo de la flema inglesa). Buenos Aires, bastante pobre de identificación de Heredad, podría con una base presupuestaria del Gobierno de la Ciudad, poner en marcha un certamen de Heredad para obtener una fórmula con personalidad porteña para las identificaciones que nois hacen falta para alimentar un poquito nuestro orgullo de ciudadanos de una ciudad que, a pesar de todos su problemas, tiene mucho de qué jactarse.