Los controles de las playas en la República Oriental del Uruguay superan -por lejos- cualquier chequeíto previsto por el argentaje guachín, chapado al desapego a las normas.
Zafaron del papelón.
No obstante, si bien la AFI no se pronunció al respecto, se conocen planes de imbéciles renuentes en el placer de burlar controles, de cruzar en embarcaciones a las que se les pagaría como a «Taxis fluviales» y desembarcar en zonas donde otros compatriotas amantes de la ilegalidad los esperarían para iniciar la aventura de las vacaciones reglas cero.
El que avisa, no es traidor.