Siempre es maravilloso el espectáculo de comprobar que algunos vínculos entre perros y personas siempre superan nuevos límites. Más si se trata de tener a los pichichos preparados para ejercer alguna función que beneficie a toda una sociedad. Y detrás de todo, ese misterio de la satisfacción que sienten estos inigualables animales al conseguir el objetivo de cumplir con su amigo, el que lo acaricia, el que lo alimenta, el que le demuestra que el amor que recibe es mutuo.
Así, el caso de los animales vistos en la presentación de la Brigada Canina de la Policía de la Ciudad por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, ayer, en Plaza San Martín. Insistimos: si todos se merecen estar en el círculo de nuestros afectos, sabemos la moticavión multiplicada que siente una gran mayoría de personas cuando lo que se observa es el trabajo de educación especial de un perro, de la que se desprende mucho más que juegos inteligentes para la diversión, que siempre es encantador de observar. Se suma un poder. Un poder que ellos tienen y que se enorgullecen en ponerlo al servicio del valor máximo de todos los valores, el bien, ya que, para un perro, alcanzar ese nivel de entrega, fidelidad y buena energía, no implica ningún esfuerzo.
Uno de los conceptos más significativos vertidos por Rodríguez Larreta es el referido a que la intención es ir dejando, paulatinamente, ciertas tareas administrativas que realizaban algunos policías para que ganen la calle, cada vez más, de tal modo que la ciudad autónoma eleve sus niveles de seguridad.