• Diario 5 -Buenos Aires, viernes 11 de octubre de 2024

Nos falta todo

PorMarcelo Zanotti

Dic 10, 2020

Otra vez la división. Otra vez el desgaste. Otra vez una de las mil grietas. Otra vez, la Argentina que juega a madurar pero no se anima a hacerlo de verdad. En este momento, ya no está en juego quién está a favor del aborto o en contra. Lo que se destaca es que en la Argentina, por más que nos esforcemos, la discusión inteligente no se dará. Porque falta inteligencia. Falta criterio. Faltan ganas reales de crear pautas para discutir bien las cosas. Falta una ley que mande presos a los padres de los asesinos menores de edad. Falta una corrección que reconozca que el Estado Nacional debe asumir el robo que está realizando desde la AFIP para beneficiar a los sindicatos, a través de los planes de pago del Monotributo, cuando se le cobra al contribuyente un dinero retroactivo de cuando no fue atendido por la Obra Social a la que pertenecía cuando quedó en Baja de Oficio.

Falta que alguien, con las pelotas más grandes del planeta, les diga a los trabajadores que la vida laboral del futuro ya no va a estar basada en el empleo, porque las empresas que requieren «empleados» son mínimas, ya que la automatización básica está al alcance de muchas personas que aprendieron a automatizar procesos de todo tipo y ya lo están haciendo desde su casa. Y no sólo en cuanto a cuestiones administrativas. Hay gente que ya puede dar apoyo a industrias de todo tipo, tomando en cuenta su versatilidad en la programación de impresiones en tres dimensiones.

Falta que comprendamos que somos una república en retracción, a pesar de que crecen los aprovechadores que cada vez más y más alientan a los ciudadanos a «recuperar» la posición alcanzada por la Argentina y su venta de materias primas tras la Primera Guerra Mundial o la ilusión de la mediana industrialización que se vislumbró tras la Segunda Guerra.

Falta definir qué es la cultura en la Argentina. Falta saber cuál es nuestra alimentación central, cuál nuestra música, nuestras artes plásticas, nuestro teatro y cine completos. Falta que los chicos tengan una idea mínima de quiénes fueron Favaloro y Hussay, más allá de que también deberían conocer o básico de la ciencia a nivel global, para -por lo menos- perciba algún mínimo fundamento ecológico en función de la porción de planeta que va a manejar en las próximas décadas.

Falta que alguien le haga entender a toda una generación (aquí, los huevos que se necesitan son inconmensurables) que el capítulo por los Derechos Humanos referido al juicio y castigo a los culpables de las atrocidades de las históricas dictaduras, es, apenas, el primero de muchos. Ya deberían estar llevando al primer plano de los DDHH la acción solidaria de toda la sociedad para Preparar el Terreno que Eliminará el Hambre. El ejemplo más sencillo de que se pueda cumplir ese derecho humano es fomentar la limpieza en los barrios más humildes. Y hablamos de los más, más, más humildes. Consiste en levantar todo tipo de basura en los alrededores de las casilla donde viven los que están debajo de varias líneas de pobreza.

  • ¿De qué hablamos?
  • De colaborar en todo
  • ¿Ir a limpiarles las villas?
  • Al principio, sí
  • Y después?
  • Corroborar que ellos también lo hacen
  • Pero eso es un asco.
  • Esa es la asquerosidad de la Argentina más visible. La otra está en los barrios caros, pero no la ven todos

Falta que los comerciantes entiendan que al competir bajando precios, aún tendrán margen de ganancia. Y para eso, falta que el Estado dé posibilidades fiscales diferentes. Falta que los consumidores estén más despiertos y atentos a lo que es aceptable y lo que es engañoso. La comunicación, los medios, la publicidad y la elaboración de contenidos conforman una actividad fascinante, genial. Pero si somos muy distraídos, nos convence de lo que les conviene. Eso no significa que haya que estigmatizar a comunicadores desde púlpitos que sólo persiguen un posicionamiento político.

Con tanta computación, software y comunicaciones al instante, falta voluntad política para atrapar a los evasores, para escrachar a los generadores de mercados inflados, para evitar que quienes tienen información anticipada, se enriquezcan usando a jueces de compañeros de aventuras.

Todos sabemos que Diario 5 es menos poderoso que el Wahington Post y que Granma. Ahora, no todos asumimos que la argumentación de que tanto los «medios hegemónicos» como los «medios subsidiados» es utilizada según el momento, la circunstancia y las posibilidades que se abren para atacar a adversarios políticos, cuya real y única adversidad es la de ser un competidor que pretende obtener los mismos beneficios y defender intereses similares de los que preserva el grupo partidario que los señala como nocivos para la sociedad. Muchas personas dicen que no son lo mismo y que no actúan de la misma manera. Por supuesto: mienten por diferentes canales y roban con distintos métodos. De todos modos, ambos tienen algo en común: legiones de imbéciles que los defienden

Algo similar está ocurriendo en las cercanías del Congreso con quienes toman una otra posición respecto de la Ley del Aborto:

  1. Quienes están a favor, se están procurando llevar puesta la objeción de conciencia de los médicos. Estupidez. Eso dispararía centenares de objetores ilegales, por lo que, sólo se producirían estiramientos en el tiempo y nuevas polémicas acerca de si un médico debería y o no preso por negarse a practicar un aborto. Bien de la Argentina disparatada, que discute por todo sin medir consecuencias
  2. El grupo celeste no entra en razones acerca de la realidad que se vive en el país con las interrupciones de embarazo. Es más: presenta neciamente sus propias estadísticas, minimizando tal situación, de la que ya se ha observado en las 23 provincias argentina y la Ciudad de Buenos Aires, que, lamentablemente, están plagadas de centros ilegales para prácticas abortivas.

Falta casi todo. Especialmente capacidad para convivir. Pero también falta autocrítica. ¿quién habrá sido el primer canalla que nos convenció de que somos un país solidario? Las pelotas. Difícilmente exista en el mundo un grupo étnico nacional más defensor de los intereses personales y sin levantar la vista para intentar un beneficio grupal, que los argentinos. Sólo los pobres son solidarios entre sí. De hecho, muchas familias ricas recuerdan a sus abuelos solidarios cuando comían salteado.

Pero hay algo raro, dada la similitud de los niveles de pobreza de la Argentina con los del resto de los países de la región. El argentino ama sus carencias. Por eso defiende siempre a los dos grupos políticos que lo gobiernan desde 1989: las diversas formas de peronismo-kirchnerismo, por un lado y la derecha liberal financiera, por el otro. Al argento le encanta votar a estos dos grupos, porque disfruta viendo caer, cada vez más, las estructuras de un país que no merecía y va consiguiendo, día a día, el que verdaderamente se merece por su inconsciencia civil.

 

 

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