En la Argentina siempre hay uno de esa condición que está de moda. El más destacado del verano 2016 se llama Nicolás Mazzolla. Un depreciable que con una camiseta de fútbol, cobrando sueldo de una asociación civil y frente a las cámaras de televisión, hizo lo mismo por lo que decimos ¡qué hijos de puta! cuando vemos que lo hace un fierita drogón en cualquier calle de Buenos Aires, de Rosario o sus conurbanos. Es tan, tan basura, tan expulsable no sólo de la cancha sino de la Argentina y del mundo, que a la hora de “sentirse mal por lo sucedido” (pobrecito) se justificó con una expresión que nos revela que él considera que todos hacemos lo que hace él. La frase por la que se multiplica la condena social a este virtual ex-futbolista es «reaccioné como cualquier persona».
Al día siguiente del violento partido jugado en Mar del Plata el 31 de enero de 2016 entre Gimnasia y Estudiantes de La Plata , el «p» (ver aquí el real significado de la palabra puto), primeramente equiparó su accionar con cada detalle violento de la batahola que previamente explotó entre una buena cantidad de jugadores, cosa nada buena pero a la que tenemos cierta costumbre de encontrarnos. Esto significa que, para él, cuando fracasa en su pretensión de separar a los protagonistas iniciales de los trompis de calentura surgidos por efecto de cierta jugada violenta durante el juego, el caca se siente habilitado para mostrarle al público presente y televidente (menos mal que queda el eterno registro de cómo mostró la hilacha) cómo se puede ser una gran estrella PATEANDOLE LA CABEZA a un rival que está en el suelo.
Ya sabemos que no hay violencia que deba nacer, ni desarrollarse, ni existir, por lo que la condición de injustificable de la actitud del arquero es altamente repudiable. Se podría decir, “como siempre”, ya que lo de Andújar se ha visto varias veces, cuando un futbolista pretende hacer justicia con puños propios. Pero lo de NM es un gigantesco acto de cobardía. Un auténtico «P».
“Estas cosas se generan por querer separar, una mano de más y después la adrenalina hizo que se arme una batahola que después es difícil de frenar”.
El Señor Nicolás Mazzolla paracería desconocer que la adrenalina que afecta a miles de chicos que juegan en potreros, canchas de Futbol 8, 7 o 5 en medio de un mar de ofensas mutuas, bullying, trampas, ventajas de ventajeros, que suele derivar en piñas y rara vez en asquerosidades como la que él estuvo dispuesto a hacer. Y si argumentara que los partidos más violentos de potrero se derivan hacia su conducta merdosa más de lo que yo indico, estará el confirmando que entre «p» se chequean las estadísticas.
“Cuando expulsan al chico de Estudiantes se arma. Intentando separar me comí una mano, después otra y reaccioné como cualquier persona”.
Como cualquier persona -se justifica Mazzolla. Digamos que lo que este energúmeno está pretendiendo decir es que futbolistas, comerciantes, médicos, marinos mercantes, amas de casa, asistentes sociales, payasos y/o agricultores somos gente propensa a que si se nos presenta una situación violenta, le patearemos la cabeza a alguno por la adrenalina. P.
Prosigue el “fresh mind”: “No quise asesinar a Andújar. Somos personas. Se me nubló en un momento de adrenalina. Esto no me pasó en mi vida. No me peleé nunca en mi vida, ni en la calle ni en un boliche».
Mazzolla quiere hacer pagar a justos por pecadores: «Me nublé y todos fuimos participes de un hecho bochornoso. Se me nubló. Estoy totalmente arrepentido y avergonzado de lo que veo. Me parece que no estuvo bien. Acá no hay que buscar quién arrancó. Los dos equipos nos tenemos que hacer responsables del papelón que hicimos”.
El violento jugador de Gimnasia, flamante modelo de la conducta traicionera, habla de la batahola generalizada para mezclarse como un protagonista más de una pelea de cancha que puede considerarse un bochorno más. Pero, lamentablemente para él, la observación del público está su propia actitud, más allá de que haya habido trompadas. Comprenderá este incalificable el significado de quedar escrachado pateando a alguien que está en el suelo?
“Vi la situación y me quise morir. No soy así, no sé lo que es pelearse. Reaccioné ante una situación adversa a mí. Me pegaron y se me nubló. Estoy arrepentido. Me puse mal pasada la media hora. Me quiero morir porque no soy yo. Se dio así. Tengo gente conocida en Estudiantes y obviamente las disculpas me gustaría ofrecer, como también me gustaría que vengan de parte de ellos”.
En cualquier ámbito con exposición pública, cuando un funcionario, un dirigente, un operario , un militante o un empleado se desmadra y se descubre que pisó el terreno del delito, renuncia. El fútbol te está diciendo adiós, Mazzolla, «p».
Marcelo Zanotti/Imágenes: Pili Thorman