Para que vuelva la industria, hay que preparar muy bien el terreno. Y fomentar el bichito de la inversión. ¿Hay estímulo?
En el arranque de 2021, se confirmó que más de un millón seiscientas mil personas llegaron a infectarse y que unas 44 mil son las que han muerto a causa del coronavirus en la Argentina.
Así y todo, con el peso inmenso de los números engrosados luego de un año de soportar niveles altísimos de la afección más global que sufrió la humanidad, no podemos asegurar que los números que se transmiten sean los definitivamente reales, sobre todo en lo referido a los contagiados, dado el ya remanido problema de que los testeos en nuestro país son menos que pocos.
¿La causa? Hay compatriotas que todavía lo preguntan. Cómo nos cuesta asumir que somos un país pobre con ínfulas, costumbres y pretensiones de acaudalado, lo que nos empobrece mucho más aún. Pobre en dinero, por lo cual resultaba caro comprar tests en las cantidades necesarias para obtener resultados precisos. Las autoridades sanitarias de todos los niveles podrían haber sabido cómo atender a personas que, hoy por hoy, al no tener ni idea de que se habían infectado, llevaron -en su condición de asintomáticos- alegremente el Covid hacia otros, incluyendo hacia los vulnerables.
Pobre en ciencia, porque -amén de magníficos profesionales de todas las jerarquías y roles- a nadie se le cayó una idea para alentar a a las plataformas bioquímica o tecnomédica y que los tests pudieran tener un desarrollo en el país, que siempre se jactó de tener una capacidad de la puta madre para producir lo que se proponga. Fin del mito, por Dios! Recordemos siempre que peor que las fake-news es la fake-history.
En los comandos del oscilatorio poder político en la Argentina, se fomenta con ahínco esta capacidad ilimitada de pelearnos entre nosotros. Para todo lo que es obtener logros o desarrollarnos en disciplinas de verdadera importancia, contamos, apenas, con algunas honrosas excepciones que ni siquiera se llevan nuestro reconocimiento consciente. Y paramos de contar aquí mismo porque, si no, vamos empezar a mentirnos. Como siempre.
Ni por moda, che. La fábrica más importante de respiradores artificiales que había en la Argentina, Tecme, fue acompañada en la manufactura desde los primeros meses por Toyota, por la Universidad Nacional de Rosario y por General Motors. Respirex (Accme) subió, también su producción. El Ing. Biomédico Lautaro Turco, hizo un importante esfuerzo para fabricar sus primers respiradores en Rafaela y fue anunciado en noviembre de 2020. ¿Cuántos puede producir? Turco y otros emprendedores científicos santafecinos fueron visitados or autoridades del gobierno provincial el último 20 de diciembre. Las palabras «fomento» «inversión» se usaron. Hasta ahora, sólo invirtieron los mismos emprendedores. Vayan haciendo sus apuestas, señores: ¿cuánto dura el orgullo gubernamental de la provincia? Pondrán unos mangos? ¿O todo se remitirá a una rebajita en los Ingresos Brutos?
Desde el primer momento, médicos con alta capacidad de administración de recursos de salud, como el Dr. Jorge Oscar García, de Gualeguaychú, le plantearon al gobierno nacional la urgente necesidad de eliminar impuestos a los respiradores. El presidente Fernández firmó un decreto y la AFIP brindó a los importadores de equipamiento médico, facilidades fiscales para sus operaciones. Alcohol, desinfectantes, mascarillas de tela y aparatos respiratorios importados fueron exceptuados de pagar el 20% o 10%, según le correspondiera, por el Régimen de Percepción. Si bien se mantuvo el IVA, el incentivo existió.
Ahora, de discutir en el Congreso Nacional los puntos que podrían generar leyes de estímulo de producción de tecnología médica en un momento como éste, ni soñar. La segunda y hasta la tercera ola están boca de todos. Pero es sabido que las leyes que más se necesitan, no recaudan votos. Lo saben el gobierno y la oposición, cuyos dirigentes, a su vez, conocen -mutua y permanentemente- el rol que le toca cumplir al otro, porque la única ley sagrada es la de la alternancia.
Pero lo raro es que hubo más de 20 empresas que presentaron planes de producción de Respiradores entre marzo y abril de 2020. ¿Por qué no se sabe nada de esos «otros» respiradores, tan prometidos? Era el mes de abril y la conciencia acerca de los riesgos de la enfermedad que acechaba, abrió lo ojos de muchos ante las necesidades imperantes por la entonces incipiente pandemia. Algunos de esos ojos se zambulleron en una reparadora siesta y no han vuelto a abrirse.
Pero entonces ¿Qué pasó? ¿Decayó la «Solidaridad Argentina»? Somos tan necios que hasta podríamos confundir nuestros arranques de beneficencia con solidaridad real. El precepto de ser solidarios nos obligaría -digamos, como una pequeña basecita- a escuchar al otro. Peligro de gol: Un ex «UCeDé» escuchando -de verdad- a un camporista o un militante del Barrios de Pie dando crédito a la palabra de un seguidor del clan Bullrich? Quévacé. En los tratamientos, por algo hay que empezar. Si no, no hay cura.
El respirador desarrollado por Lautaro Turco, en Rafaela