El 20% acumulado anual de caída en la actividad turística general dentro del ámbito de la Ciudad de Buenos Aires durante el trienio 2012-2015 fue, naturalmente, preocupante. Incluso deja flotando una proyección que dentro del esquema económico que se avizora para los próximos meses, pueda agrandarse más aún y complicar algunas inversiones e incluso puestos de trabajo.
Así como ayer nombrábamos a Morriña Porteña, un restorán de la zona de San Telmo, cercano al ámbito céntrico de la Ciudad, hay algunos periféricos que forman parte de los catálogos y folletería turística que suele entregarse en las agencias especializadas en recomendar no sólo hoteles y compañías de aviación; suelen ser parrillas y restaurantes de cocina típica argentina, acostumbrados a recibir una cantidad de turistas por el efecto o del propio flujo de la actividad que hoy se ve claramente reducido.
Frente a las necesidades evidentes y cumplida la etapa «post-cepo» sin demasiadas mejoras sustanciales en la cuenta final de caja, no será fácil que el sector turístico cuente con reposicionamientos cambiarios que lo beneficiarían, ya que la cotización del dólar ya no genera conflictos en el vínculo del gobierno nacional con las actividades productivas, especialmente rurales que, en tiempos del kirchnerismo, como la liquidación por exportaciones no se realiza en dólares sino en moneda Argentina, era una verdadera tentación para hacer todo lo posible para que el dólar quedara planchado. Hoy, el dólar quedó libre y, sin embargo, no se produjo ninguna «explosión» del turismo receptivo.
Mientras tanto la preocupación se extiende a los lugares de tango y espectáculos varios, donde las inversiones han sido variadas, algunas más recientes y se nota claramente que aún no han llegado los tiempos de amortización. Se esperan signos en pos de diálogo y acuerdo entre los gobiernos nacional y de la ciudad de buenos aires para ofrecer un reencarrilamiento al sector turístico porteño.