Carlos Benavídez, el escultor cordobés, de quien se encontrarán referencias en internet que lo sindiquen como «realista» y también como «naturalista», fue el encargado de realizar la estatua principal y las complementarias del monumento a Juan Domingo Perón, que quedó erigido en la plaza del mismo nombre, el clásico espacio público porteño delimitado por la Av. Paseo Colón, la Av. Belgrano y las calles Azopardo y Moreno.
Para muchos porteños fue siempre la Plaza de la Aduana, ya que se encuentra frente al edificio principal de la Administración Nacional de Aduanas, de Azopardo 350. Esta identificación con la antigua Aduana Nacional generó, desde siempre, que el, hasta ayer, nombre oficial la plaza, Agustín P. Justo, no tuviera demasiado arraigo en la memoria de los habitantes de la Ciudad.
Ayer, en un acto en el que todos los protagonistas sabían que generaría grandes polémicas, el Jefe de Gobierno y candidato a Presidente de la Nación por el Pro, Mauricio Macri, junto a su Jefe de Gabinete y Jefe de Gobierno electo, Horacio Rodríguez Larreta y la vicejefa de gobierno y candidata a gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, se inauguró el primer monumento con plaza propia que la Ciudad de Buenos Aires destina a la memoria del tres veces presidente argentino, Tte. General Juan Domingo Perón, fundador del movimiento que alude su nombre y mentor de una doctrina que, se considera, debe ser defendida y promovida por el, por ahora «congelado», Partido Justicialista, del que son derivadas varias vertientes políticas de lo que sí se sigue identificando globalmente como «peronismo».
El sustancialmente curioso caleidoscopio que se vislumbró ayer en el acto – aparte de que los mencionados funcionarios, máximas autoridades de la Ciudad, pertenecen, en su origen ideológico, a las antípodas de pensamiento de lo que pregonaba el popular caudillo- incluyó la presencia de conocidísimos dirigentes peronistas, con ánimo de decirle al fotógrafo «todos unidos triunfaremos» pero sin poder liberarse del estigma de que en el «En el peronismo sin Perón, siempre hubo división». Se trata del Secretario General de la Confederación General del Trabajo, Hugo Moyano, el Secretario General de la Union de trabajadores rurales y Estibadores (UATRE), Gerónimo «Momo» Venegas y el ex presidente de la Nación, Eduardo Duhalde.
Los ríos de tinta que se están gastando para analizar a Macri -en campaña, claro- inaugurando un monumento a Perón no los vamos a alimentar en Diario 5, no por no ser un periódico impreso sino porque no hay persona argentino al que haya que explicarle por qué el candidato de Cambiemos estaba allí con su gente del Pro. Digamos que hizo política y salió ganando un poco. En el caso de Venegas, consiguió confirmar que está con Macri, ya que cada vez que lo intentó hacer notar, los medios no le daban demasiada pantalla, decándose a los candidatos presidenciales y los temas que los rodean. A Moyano también lo favoreció en unos puntitos el estar presente, aunque, como se trata del líder sindical más encumbrado y lo trate de «compañero» al líder del Pro, se maneja relajado en un momento como éste en el que todos los candidatos lo contacta y a todos les brinda señales.
El que siempre acapara las miradas y despierta todo tipo de especulaciones es Eduardo Duhalde. Es tan conocida su capacidad de realizar acciones políticas basadas en su histórico liderazgo en todos los estratos del Partido Justicialista, que se transformó en el centro de todas las miradas. Fue el protagonista del «¿viste quién estaba?» en todos los círculos políticos y periodísticos del país.
El gran perdedor, afortunadamente, la memoria de un detentor del poder en los años 30 que inauguró con toda impunidad un aceitado mecanismo de vaciamiento de la Argentina a beneficio de corporaciones extranjeras, con mordida de algunas familias corruptas, las de siempre, por entonces, del país. Con el sablazo a la memoria de alguien a quien tenemos en los registros de la historia pero que ya no merece ser recordado, la inauguración de la Plaza Juan Domingo Perón con el monumento al propio General Perón, los que más ganaron fueron la Ciudad de Buenos Aires y la República Argentina.