¿Es, acaso, menester, asunto preciso, manifiesto necesario, cálculo válido, expresión atinada y cargado de lógica mayor, resolución conveniente, centrada e imperiosa, axioma indispensable, vital y digno merecedor de la consideración de los jueces de las más variadas situaciones de la vida, aclarar que la tendencia «Vecino de Número» es una verdadera y gigantesca pelotudez?
No.
Cualquiera se da cuenta de que dedicarle en Twitter un comentario a lo que ya era la idiotez insoslayable de llamar a un vecino de número celular o comentar en la red social lo que un vecino de número nos dijo, es una de las formas más perfecta de demostrar lo pelotudos que somos.
Diario 5 realiza este seguimiento a la ridícula «tendencia», no tanto por la acción inconmensurablemente estúpida de dedicarse a intentar realizar la comunicación con el vecino de número, sino por las advertencias realizadas por algunos medios de comunicación, respecto de la peligrosidad que significa «revelar información» personal a personas desconocidas. Claramente, uno de los factores de estímulo más energizantes para la liberación de actos bien pelotudos, es la pelotudez periodística.
Nadie que se precie de observador da por inexistente las conveniencias que una conducta colectiva tan indigna les cabe a personas y empresas vinculadas a esta pelotudez, ya que es la segunda vez que se ejecuta en el mundo de habla hispana. Había sucedido en 2016 y les generó demasiado desgaste de energía a quienes notaron lo inadmisible que resulta comprobar cómo miles y miles pueden generar en las redes sociales, una tendencia temática tan develadora acerca de la condición primate de quienes la alimentan.