Por primera vez, en la etapa de trabajo de observar la ciudad desde el mirador de Diario 5 hemos tratado el tema de los Graffitis con mucha fuerza, pero también con la gran seriedad y responsabilidad de hacernos cargo de que opinamos que las pintadas son un acto de cobardía juvenil, que abarca a lo político (con muchos líderes políticos que bien podrían dignificarse llevando, ellos mismos, sus carreras a la guillotina .
Finalmente, el peor ejemplo. El que denota y deschava cinismo… Eh, Zanotti! ¿dijo cinismo? ¿no será mucho?
Uno de los edificios pintados con mayor cantidad de graffitis, todos insignificantes, yo diría con saña contra su frente, es el de la Asociación de Ayuda al Ciego, de la calle Venezuela, casi Perú. No sólo el muro inferior del palacio está sobrecargado de jeroglíficos absurdos y burlescos de las inútiles «tribus urbanas» (de las que, nos consta, el Indio Solari, aunque se muestre impertérrito en su soberbia postura, está arrepentido de haberlas fomentado a través de la letra de «Vencedores Vencidos» y de sus arengas masivas en los conciertos de Los Redonditos de Ricota) sino que también aparecen inconcebibles chiquilinadas gráficas enlas columnas de estilo, en las puertas de madera, en ventanas lo suficientemente altas como para obligar al Da Vinci de turno a subirse «a cocoyito» de alguien o, directamente, a traerse una escalera. Prácticamente no queda lugar libre en el frente y lo siguen pintando.
Entonces viene algunas preguntas inocentes formuladas en forma directa a los protagonistas: ¿No te gustaría pasar la reja de la Casa Rosada y pintar nuestro palacio de gobierno con el nombre de esa chica que (tan pavota como vos) se te va a entregar al verte tan valiente? ¿Qué te parece ir con un par de aerosoles al Edificio Centinela de la Gendarmería y escribir el nombre de alguna de esas bandas pedorras? ¿o poner el nombre de tu club o equipo y agregarle «capo de la B» en el frente de un boliche lleno de patovicas en la puerta? …Ah, ahora entiendo… vas de madrugada…
Pintar, graffitar, sobrepintar y repintarrajear el frente del edificio de una institución de la que los que ingresan y salen permanentemente personas no videntes es de un cinismo videliano, insultante por donde se lo analice, sádico socialmente e indigno tanto de un pendex que sepa de compromisos sociales y políticos, de uno que viva colgado y sólo sepa comprarse ropa, como de uno que pase por la necesidad de que los otros dos lo ayuden.
Aparte, buena parte de los colaboradores de A.S.A.C. son, precisamente, ciegos. Esto quiere decir que no solamente se burlan de los beneficiarios del trabajo de tan importante entidad, sino también de quienes todos los días atraviesan ese portón arruinado por ellos, entre las columnas corintias bastardeadas por ellos.
Juramos y perjuramos que si vemos que consiguen hacer una pintada de graffitis (que digan algo importante) por ejemplo, en las paredes del Edificio Guardacostas de la Prefectura Naval Argentina, en Av Madero y Perón /Acceso Cangallo a Puerto Madero, los homenajearemos desde este mismo espacio con un digno título tipo «Los Nuevos Revolucionarios». Mientras tanto, mientras demuestren ser apenas material excrementicio con un aerosol en la mano para imprimir desprolijamente nimiedades en paredes ajenas, serán combatidos, como corresponde.