
Una nueva prueba de que la Ciudad de Buenos Aires jamás debió haber ingresado en las líneas que definieron la Constitución Nacional de 1994, convirtiéndose en estado autónomo, está a la vista.
En 2012 se previó que iba a inaugurarse la prolongación del Subte E, entre Plaza de Mayo y Retiro, completando una importante línea de conexión con el área Sur de la metrópoli.
La construcción de esta prolongación fue comprometida por el Estado Nacional. De hecho, una importante cantidad de carteles de gran medida así lo anunciaban, con la firma, en plotters, de la Presidente de la Nación.
Nos enteramos ahora que las tres estaciones que conforman este alargue están listas pero lo que faltan son todos los aspectos técnicos ferroviarios para la circulación de las formaciones. Así, como suena: faltan las vías.
Todo el sistema de rieles y señalizaciones tiene un costo de más de 40 millones de dólares y las negociaciones entre las administraciones urbana y nacional no llegan a un acuerdo.
Esto significa, a priori, que por lo menos hasta el año 2017 no habrá inauguración de un servicio que, por naturaleza, ya está pago por parte de los contribuyentes uqe aportan tanto a la AFIP como a la AGIP, los entes de recudación correspondientes a sendas sedes de maltrato a la población de una ciudad que no consigue promediar un crecimiento aceptable en su calidad de vida.
Las escaleras y ascensores están incluídos entre todo lo que falta. El gobierno nacional dice que el Subte ya no les pertenece, ya qye en 2012 se concretó el traspaso del control de SBASE (Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado) a organismos de administración de transporte del Gobierno de la Ciudad.
Cada vez hay más comprobacones de que la Ciudad de Buenos Aires tendrá décadas enteras de conflicto con el gobierno central, ya que se estima que las tendencias electorales difícilmente puedan coincidir. Es que se trata de una Ciudad cocebida con características federales (por eso su identificación anterior: Capital Federal) y las reglas de juego siempre fueron que quien quería vivir en ella no necesitaba reclamar innecesarios derechos que sí les corresponden las provincias argentinas, como, entre otras cosas, votar sus autoridades.
Pocos toman en cuenta que la Reina del Plata alcanzó esa jerarquía y se transformó en una de las urbes más importantes del mundo, creciendo bajo el mando de intendentes nombrados por la Presidencia de la Nación, lo que le significó mayor fluidez para la solución de problemas urbanos, sociales, presupuestarios y organizacionales.