En la nota central de Diario 5 de hoy, las recordaciones de la fecha nos llevan a informarnos sobre una parte de la historia vial de la Argentina.
En cuanto a la conciencia que debemos alcanzar respecto de los caminos, incluye la realidad de que nos están faltando decenas de ellos. Especialmente, cumplir con la promesa de asfalto a innumerables pueblos para ser conectados con localidades cercanas y capitales de provincia.
Un informe del Diario Clarín evidencia la indigna actitud de la dirigencia que se desgarra las vestiduras por su supuesta defensa del federalismo y de las oportunidades equilibradas para todos los habitantes de la Argentina en cada aspecto de la vida ciudadana.
También, para sus dimensiones y accidentes geográficos, el país adolece de una cantidad puentes que unan orillas, en algunos casos, demasiado importantes. Muchas obras para cruzar ríos fueron promesas incumplidas recurrentes, como el Puente Reconquista-Goya, el cruce del Estrecho de Magallanes (hace pocos días, Chile volvió a plantear, de su lado, la construcción de un túnel).
Más: el puente Centenario, sobre el Río Jesús María, en Córdoba es ya una postergación escandalosa. El nuevo puente sobre el Río Gualeguaychú, en Entre Ríos, es una burla a la población. Jamás lo proyectaron, aunque varias veces lo prometieron.
En julio de este año, en el universo Villa la Angostura se juntaron firmas para que se cumpla el histórico jurmento de que se construiría el puente sobre el Río Foyel, que los habitantes de Cuyín Manzano necesitan para no quedar aislados.
Cansados de esperar el puente que una a las dos ciudades separadas por el Río Paraná, los habitantes de San Javier, en la provincia de Santa Fé y de La Paz, en la de Entre Ríos, piden permanente ue se drague el río para que las embarcaciones que cruzan de orilla a orilla puedan hacerlo con fluidez.
Hay caminos que esperan ser atendidos para cumplir con la premisa de que la población merece una calidad de vida superior a los niveles básicos de la dignidad. Otros, en cambio esperan ser construidos. Y desde hace demasiado tiempo.
Un país de las dimensiones de la Argentina, con su generosa geografía y su completa hidrografía, no puede tener generaciones y generaciones de gobernantes desatentos a la necesidad de las poblaciones de estar conectados entre sí en absolutamente todos los puntos en los que se necesitan obras de cualquier dimensión que se plantee.
Entendiendo que la construcción de caminos y trazados viales son el terreno más apetecible que tuvieron los gobernantes más aferrados a la corrupción, vale señalar que la estructura vial de la Argentina no consigue salir del nivel vergonzoso en cualquier escala que se la mida