• Diario 5 -Buenos Aires, lunes 17 de marzo de 2025

Algo habrá que hacer con la estructura urbana forzada por la nueva geografía que nos está forzando a entender que algo habrá que hacer.

Ya no es la etapa  de las inundaciones de la Boca, solucionadas en la última etapa de la histórica Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Ni siquiera es aquella en la que Mauricio Macri gritaba «no se inunda más», con referencia a Cabildo y Blanco Encalada (más allá de que ni fuera el momento correcto, ya que la obra con la que su gestión solucionó el problema, ya era extemporánea).

Es otro tiempo de inundaciones. Son «otras» inundaciones. Éstas, las actuales, son más recurrentes, más insistentes, más penetrantes en os suelos y más persistentes en el tiempo, debido a que algo ha sucedido que tardan tanto en escurrirse.

Y no porque dentro de la Av General Paz para adentro haya más obras de infraestructura que en la provincia, vamos a considerar que no es un problema que nos atañe a todos. Porque la verdad es que sí, es un problema de todos. Incluso más allá de cuánto han demostrado tantos intendentes del conurbano que les interesaban más las elecciones y las reelecciones que las inversiones y las reiversiones. A cada gobernador bonaerense de los últimos 35 años les caben las generales de la ley.

Avellaneda, La Matanza, Hurlingham, José C Paz, La Plata y Florencio Varela -por elegir algunos de los más embemáticos- se han erigido en centros modelos de una supuesta forma de hacer la política que el pueblo necesita. Digamos, algo así como la continuidad conceptual del inolvidable «Bienestar Social» de López Rega.

No vamos a apretar el acelerador con los motivos históricos y encadenas por los que toda esta gente que ha venido -engaños mediáticos mediante-  consiguiendo los votos del pueblo para gobernarles sus municipalidades. Apenas recordemos que ellos se relamen de un placer ególatra inenarrable cuando se los identifica como los «barones del conurbano».

Pero comencemos con la verdad que más les duele: la mayoría de ellos se muestra con la camiseta peronista, pero no lo son. Es más: son irrecuperables traidores a la doctrina de Juan Perón y a la energía benefactora de Evita. Son especímenes perfectos de la política moderna, quienes no ponen interés en las obras que no se ven.

Los desagües no se ven.

Las cloacas y toda la línea efluvial, no se ven.

Las estructuras bajo asfalto, no se ven.

Y para colmo, las obras que van bajo tierra y no se ven, suelen ser muy caras y requieren una inversión «en serio», lo cual siempre quedan propensas a ser postergadas. Siempre es más fácil y mejor noticia brindar un espectáculo gratuito para los habitantes de la localidad o cambiar los juegos infantiles de las plazas (las céntricas).

Así y todo, le hacemos, también, un llamado de atención al GCBA, dado que -aparte de recordar que las tormentas de marzo de 2024 serán recordadas como las que dieron el aviso del cambio geográfico regional para casi toda la Argentina- varios barrios porteños también sufrieron las inundaciones que nunca antes se les habían presentado con tanta furia.

Y como un símbolo de ese cambio que la geografía nos está forzando a comprender, la imagen del «Canal General Paz» nos puede ayudar a comprender.

Canal

 


 

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