Por un lado, pequeños detalles que hacen a un gran proceso.
La lucha por dejar en claro que de una vez por todas ningún varón tuvo tiene ni tendrá derecho a imponer ningún criterio por la fuerza sobre una mujer y, menos aún, sospechar que levantarle la mano podría tener un efecto impune, vale la pena utilizar múltiples formas de comunicación y estilos para hacer llegar el mensaje a su destino correspondiente.
El caso que nos ocupa ha dejado la posibilidad de que la frase protagonista pueda ser observada desde cualquier colectivo.
El problema es la otra cara del impulso concientizador: se trata de la convivencia afectada y que también trae consigo una parte parte de impunidad, ya que también debe terminarse de una vez por todas, con la facilidad de tomar un aerosol y arruinar el frente de un inmueble.
Tenemos mucho trabajo por delante.
Y no es que lo tengan que hacer otros.
Cuidado con hacernos los tontos cuando tenemos enfrente una responsabilidad que no sólo nos corresponde, sino que nos puede dejar en evidencia.
Para cavar la tierra, una pala y para cepillarse los dientes, un cepillo de dientes. Cada acción requiere su herramienta. La lucha por liberar a la mujer de los posibles femicidas se puede mantener en el terreno de la máxima jerarquía de convivencia civil.
¿Por qué lo decimos?
Porque la frentista a la que le hicieron la pintada con la consigna feminista, es una militante feminista a la que no le gustó nada que le escribieran su pared, ni siquiera con una frase con la que ella está de acuerdo.
De a poco se irá logrando el equilibrio
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