Aún con el paladar cargado del especial sabor de saberse organizadora de los Juegos Olímpicos de la Juventud, en 2018, Buenos Aires multiplica su protagonismo en un día en el que el mundo centrará en ella, por media o una hora, aproximadamente, su mirada.
La «final» entre Madrid, Tokio o Estambul, para la organización de los JJOO 2020 se define mañana en el Hotel Hilton y comienza hoy, en el Teatro Colón de Buenos Aires. Allí hay una efervescencia de actividades preparatorias tan grande, que los cortes de calles al tránsito ya comienzan a complicar el viernes de una semana que tampoco estuvo ajena a manifestaciones, piquetes y reclamos.
El manejo ( y más que el manejo, el control) de la vida olímpica mundial ha sido siempre el epicentro de grandes pujas políticas en las que no estuvieron ausentes las grandes empresas a nivel internacional, las potencias con su insoslayable deseo de marcar influencias y algunas glorias del deporte mezcladas en las las negociaciones, que alguna vez develaron negociados.
El caso de Iñaki Urdangarín, esposo de la Infanta Cristina de España, es emblemático: parece que metió mano donde no debía y quedó afuera del Comité, justo cuando podría haber mandado un voto a favor de Madrid, el que sí emitirá el heredero al trono español, el Príncipe de Borbón, su cuñado, presente en Buenos Aires.
La Asamblea del COI que se realiza en Buenos Aires es la Nro 125. Según Cancillería, las 18 personalidades salientes que van a paraticipar de las Sesiones, tienen, en este viaje «trato de Jefes de Estado», por lo tanto estamos dentro de un período relacional con la asignación de efectivos de seguridad similar a la de una cumbre de presidentes. En la vida todos tenemos la importancia que nos merecemos, hasta que nos la creemos. Un disparate que nos cuesta incomodidades en el tránsito, en el acceso a nuestros trabajos, a nuestros hogares y a nuestro trámites.
El Comité Olímpico Internacional es quizás, el organismo más estricto en cuanto a ética de sus miembros se pueda exigir, pero nunca termina de saberse por qué las Olimpíadas siempre van hacia donde sopla el viento del poder. Menos se podrá conocer la cuenta final de los muertos que se carga todo el universo olímpico cuando las disputas sanguinarias entre pueblos surgieron la competencia olímpica.
Marcelo Zanotti