La Inclusión es como la Democracia: cuanto más se la ejercita más seguros nos sentimos de estar en el sendero correcto. Por eso, al paso de cada acto electoral, entendemos que la Inclusión va ganando ese terreno que en los tiempos de dictaduras, con urnas “bien guardadas”, era imposible lograr.
Llevamos 36 años empapados de una costumbre que, al iniciarse, nuestro país consiguió poner en marcha luego de pagar altos precios. Con vidas. Desde 1930 y hasta 1983, hubo 7 (siete) períodos dictatoriales más 9 (nueve) golpes de Estado dentro mismo de esos procesos, lo que contabiliza 16 (dieciséis) golpes de Estado frente a 6 (seis) elecciones presidenciales durante 63 años.
En cambio, en estos 36 años, alcanzamos a 8 elecciones presidenciales. Con la crisis de 2001, hubo 3 (tres) presidentes interinos. Y antes de eso, se produjeron 3 (tres) levantamientos armados. Enhorabuena, fallidos. Esto llevó a que en el período 1983-2019, la cuenta cierre en 0 (cero) Golpes de Estado. No obstante, la etapa democrática definitiva en la Argentina no es invulnerable a golpes institucionales y de mercado. De este último modo fue forzado a renunciar Raúl Alfonsín, al presidente más equilibrado de la historia argentina reciente.
El primer gran líder de la era republicana definitiva en la Argentina, puso en marcha las pautas de una forma de vida que marca culturalmente los tiempos que vivimos, en cuanto al convencimiento que la mayoría siente por la defensa del sistema democrático, más allá del daño que permanentemente esté dispuesto a a hacerle cualquier grupo de poder que sienta que con ciertos gobiernos se entorpece su acción tropélica para beneficiarse intempesitivamente.
El caso de la caída de Fernando De la Rúa en 2001, se enrola en la fórmula del golpe institucional, habida cuenta de la pérdida de poder del entonces Jefe de Estado. Nunca antes la sociedad estuvo tan integrada a sí misma como en estos 36 años. La lucha es, ahora, por incluír a los que lo reclaman. En realidad, ya no se debe esperar el reclamo de nadie por ser incorporado a la totalidad de los servicios, derechos y proyectos de crecimiento a los que accede la mayoría. En eso también van el derecho a votar y el voto en sí mismo, porque sólo en Democracia ha sido posible conseguir avances.
Es necesario afianzar esa actitud de la sociedad y alimentar la luz de esperanza para que todos estemos munidos de nuestros derechos, frente a los derechos de todos. Aparte, agregamos un interesante “engranaje final” que nos brinda la Constitución Nacional. Con el Balotaje, asume un presidente con una base de poder inicial aceptable para el ejercicio de sus funciones. A ejercer nuestro derecho. Esa costumbre que nos hace responsables tanto por el crédito que les damos a las autoridades del país en el futuro, como por el precio que durante tantos años se pagó con vidas de argentinos.