Es francesa, se llama Orianne y publicó, hace unos años, una interesante serie de relatos con el nombre de «Mi vida Porteña», con todos los detalles referidos a la adaptación en cuanto a costumbres de nuestra ciudad. No obstante, algo muy gracioso es cómo un extranjero comienza a entender el uso de la expresión «Che». Vamos con él.Antes de comenzar su relato, la cronista incorpora una pequeña versión de la más famosa fotografía de Ernesto Guevara. Y arranca.
Es una farsa (lo de la imagen). No voy a hablar del Che Guevara y su imagen usada con fines capitalistas para una audiencia de personas predominantemente joven con ganas de llevar camisetas rebeldes y revolucionarias. No es ésa la tarea.
Los argentinos dicen todo el tiempo «che». No porque Ernesto «Che» Guevara fuese argentino y quieran honrar la memoria nacional a cada frase. Es a la inversa: Guevara era argentino, él decía «che», como todos sus compatriotas y América Latina lo llamó «el Che».
Che puede significar «eh, eh, pffffff, aaahhh», según la entonación y la posición en la oración (tanta precisión y conciencia periodística… estoy sorprendida de mí misma). Lo más simple es dar algunos ejemplos:
Por lo general se le pregunta a alguien: «Che, Cora, ¿puedes pasarme la sal?». Otra: «Cheee !!! (gran sonrisa) ¿Cómo estás ahora?» «Che, vamos a tomar algo mañana?»
– También existen usos a modo de pregunta, para enojarse, como queja, (en todos los casos anteriores, «arrastre» hacia fuera): «cheeeeee Mira qué bonito es!».También: «Cheee, loco! qué onda? es una forma de estar pendiente de lo que hará el otro a la hora de salir. Después está la fórmula: «Cheeeeeeee (arrastrando un suspiro de el aburrimiento) Quiero hacer mi e-learning excel, me ayudás? «
– Se utiliza bastante (al menos yo lo hago) una versión del «che» para apoyar una afirmación: «Esto no es tan difícil, che…»
– También puede caber en cualquier ocasión, al comienzo de cualquier frase. El Che es el comodín, funciona todo el tiempo. E incluso si no funciona, los argentinos están tan acostumbrados a decirlo y oirlo que no se dan cuenta. Nunca son suficientes las formas de estudiarlo. Siempre hay nuevos usos.