
La convivencia política es, precisamente, la puesta en marcha de los motores para el beneficio generalizado. Para que la sociedad toda sienta que su calidad de vida está preservada y fomentada, la clase dirigente debe abrir todos los caminos, sin especulaciones y sin temor a la eventual especulación de los otros. ¿Demasiado, no?
En la Legislatura porteña, los partidos políticos firmaron un acuerdo que bien podría ser uno de los puntos de partida necesarios para obtener la tan mentada superación de escollos que no nos permiten avanzar como sociedad: el de la convivencia a nivel político. Al recordar que alguna vez alguien dijo que tras la violencia política de los ’60 y ’70, la Argentina había encontrado una paz que de hacía denotar su madurez -por el hecho de que aquello quedó demasiado atrás en el tiempo y no se repitió- comprendemos que si no nos sinceramos y nos plantamos a reconocer todos y cada uno de nuestros errores de madurez como sociedad, nada de o anhelado sucederá.
El acuerdo al que arribaron los dirigentes modelo 2017 es tan importante que puede hacer desbarrancar la teoría de que las conductas de los dirigentes son el efecto de las que tiene toda la sociedad. Esta vez, los políticos no ganaron de mano -si es que existe tal carrera- en demostrar un aspecto de madurez en pos de la convivencia. Sería como confirmar la otra teoría: la que dice que primero los que tienen el poder o lo pretenden, deben dar el ejemplo y. recién, a partir de allí y por imitación, encontrar caminos para que la comunidad dé algunas muestras de superación al estado primitivo actual.
Estamos hablando de un acuerdo en el que se deje en claro que una campaña política no es una batalla campal con armar de papel y de pintura en la que, por efecto colateral, pueden dejar frentes de casas en estado lamentable, refugios de paradas de colectivos arruinados, bastidores de publicidad estática inutilizados y mil etcéteras que, como es habitual en nuestro ámbito, derivan en la destrucción parcial o total de cientos de unidades del mobiliario urbano, por lo que, para garantizar la preservación del espacio público en la campaña electoral, la Ciudad y los partidos políticos firmaron un compromiso en la Legislatura Porteña, con el objetivo de elevar las pautas de buena convivencia para una campaña democrática y participativa.
El compromiso se denomina “Ciudad limpia y campaña responsable” y lo presentaron el ministro de Ambiente y Espacio Público, Eduardo Macchiavelli, el ministro de Gobierno de la Ciudad, Bruno Screnci Silva, el secretario general de Gobierno, Fernando Straface, el subsecretario de Reforma Política, Hernán Charosky y el defensor del Pueblo porteño, Alejandro Amor.