Ajeno absolutamente a la locura marketinera de que se jueguen todos los clásicos del fútbol en una misma fecha, el clclo Música en el Rosedal, invita a los fascinados con entregarse a propuestas emotivas a la presentación en vivo del espectáculo “Las canciones de tu infancia”.
Es un ejercicio del que nadie está exento de hacerlo en cualquier momento. Es habitual encontrar -especialmente, cuando están en grupo- a personas que cantan, canturrean o murmuran canciones que forman parte de lo más profundo de sus recuerdos de niñez. Hoy, esas personas, libres de pruritos, entregadas a la sensibilidad y fascinadas con la hermosura de conectarse con la raíz de su propia vida, tienen una oportunidad de babeo para disfrutar con intensidad, si es que el cielo sólo se mantiene con la nubosidad con la que arrancó el día y no explota un chaparrón palermitano.
Los temas musicales que se va a escuchar son, quizás, lo más grandes símbolo de canción infantil que se conocen de todos los tiempos. Las composiciones homenajeadas son las legendarias piezas de María Elena Walsh, las famosísimas marchitas de El Show de Gaby, Fofó y Miliki, los temas paseanderos de Pipo Pesacador y las encantadoras canciones que embellecían los programas de Julieta Magaña.
Los artistas que se hacen cargo de este delicioso túnel del tiempo -dirigidos por Hernán Kuttel– son Flavia Pereda, Victor Aguaras, Argentino Molinuevo, Florencia Lopardo, Naty Mouras y Nacho de Santis. Ellos son quienen confirman que somos miles y miles los que siempre tenemos en la mente (Juan Carlos Baglietto diría: «…Vaya a saber con qué dispositivo…») alguna canción de la infancia sonando en forma permanente.
Para quenes es necesario recordar de cuáles temas se tratan, aquí listamos algunas de las más emblemáticas: El brujito de gulubu, La batalla del movimiento, El reino del revés, El twist del mono liso, Manuelita la tortuga, La canción de tomar el té, de la genial e inolvidable María Elena. Obviamente se incorporarán Hola Don Pepito, La gallina turuleca Susanita tiene un ratón y Había una vez un circo, de los maravillosos payasos españoles encabezados por el carismatiquísimo Fofó, sin dejar de lado el eterno El auto de papá, de Pipo, cuyo cato es fórmula perfecta para electrizar la atención de los más chicos, aunque sigan pasando las décadas.