Con un discurso presidencial poco munido de aristas amistosas, nació, recién ayer, el cuarto gobierno kirchnerista.
Alberto Fernández ya eligió. Abandonó por completo la imagen de presidente conciliador y racional. Usó palabras que coinciden con la se de su campaña y sus primeros meses pero las lavó con otras en las que se notó que comienza a sentirse cómodo con el estilo clásico confrontativo de Cristina, quien, a pesar de la pleitesía que se observó en no menos de diez grases presidenciales, no demostró plena conformidad con el discurso de Apertura de Sesiones Ordinarias del Congreso.