
Cuando, por cualquier motivo emerge en la memoria la gesta de Malvinas, encontramos a los soldados correntinos. Ellos tuvieron un alto porcentual del heroísmo del que a los argentinos nos gusta apelar cuando se trata de comprender -cada vez más profundamente- que los militares que comandaron las estrategias argentinas eran unos improvisados y mandaron a nuestros soldados a jugarse la vida sin certezas.
Ya este año, en vísperas de la recordación de nuestros héroes, Diario 5 publicó: Guaraníes siempre sacando el pecho por los porteños.
«Un correntino llamado José» no es sólo la poesía de un chamamé. Es un llamado de atención. Es un alerta contra la soberbia del centralismo, contra la hipocresía porteña y contra la sangre de pato de los intelectuales, los historiadores y los comunicadores. La alusión a que el Padre de la Patria era correntino, molestó mucho. Pero mucho. Le molestó tanto a Rivadavia como a Bartolomé Mitre. Le molestó a la propia herencia sanmartiniana dentro del ejército, cuando el Regimiento de Granaderos a Caballo estuvo al mando de porteños unitarios y simpatizantes de las asonadas contra los poderes legítimos.
Hoy, en el día de la recordación del gran Capitán General Don José de San Martín, alto renunciante de centenares de honores que la Argentina le quedó debiendo, correntino de nacimiento, estratega genial, enorme líder político y estadista de máxima jerarquía, volvemos a reivindicar el lugar preponderante que Corrientes ocupa en la historia argentina, ya que de los muchos o pocos laureles que esta nación supo conseguir, ya no se discute la altísima inversión en sangre de los hijos de sus pueblos para la libertad de la Nación Argentina, sus luchas y sus reivindicaciones.
Poco se habla en los libros de historia para estudiantes, de ciertos antecedentes interesantes de la Revolución de Mayo de 1810. Desde su fundación hasta bien entrado el siglo XVIII, Buenos Aires sufrió varios ataques de piratas ingleses, franceses e incluso daneses. En 1680 los portugueses fundaron Colonia del Sacramento en el otro lado del Río de la Plata, exigiendo el derecho de establecerse en la región. Sintiendo la amenaza, el gobernador José de Garro envió un ultimátum a los portugueses, que no le dieron entidad y lo rechazaron. De Garro, entonces, reunió a los habitantes de la ciudad para organizar un ataque contra los portugueses. El resultado fue una victoria decisiva por los españoles.
Este capítulo narrado, del gobernador De Garro, carga con un detalle que, si en la Argentina no nos hacemos cargo de cada una de nuestras acciones con toda la responsabilidad que ello implica, siempre estaremos encontrando consecuencia de nuestras distracciones y, como es habitual en el argentino merdio, haciéndonos los pelotudos y mirando para todos lados con cara de “qué pasó aquí? Yo dejé el cuarto ordenado y anoche saqué la basura”
El detalle en cuestión es que entre los 3.000 hombres que defendieron a Buenos Aires en la acción frente a los portugueses en Colonia del Sacramento, la mayoría eran nativos guaraníes. Si bien se les prometían beneficios, es hiperjusto que se remarque que la batalla contra la ilegalidad portuguesa en Colonia la encararon entrerrianos y correntinos. Fortísima coincidencia se observa al encontrar que también fueron mayoría en la tropa reclutada en la Guerra de las Malvinas, en 1982.
A propósito de Malvinas, Lawrence Freedman, se encargó del armado por recopilación, material de imágenes y relevamiento de informes militares internos, de la versión oficial inglesa del conflicto. El investigador remarca que la primera línea de la defensa argentina era la que integraba el Regimiento de Infantería 12, en su mayoría soldados correntinos sin preparación y con pocas armas —»pero valientes»—, que aguardaban dentro de pozos trinchera.
Durante casi todo 1982, 83, 84 y 85 se escuchó la versión que aseguraba esta distribución de soldados y armamento argentinos que develaba cuán hijos de puta fueron los oficiales que, en Belgrano el final del Siglo XX, por “herencia vocacional” comandaban, manejaban y administraban el Ejército de los Generales San Martín y .
Fue en 1991, cuando el productor y director de documentales Renuka Chapman develó en forma definitiva las aberraciones de los jefes argentinos y las proezas de los subalternos. En tanto, mientras la valentía de los correntinos, jamás reconocida con suficiente ahínco en medios argentinos, integraba jugosamente el informe oficial inglés. Tan halagüeño resultó, desde cierto relativo punto de vista, que el diario The Telegraph, de Londres, denunció que el informe oficial sobre Malvinas, el de Lawrence Freedman beneficiaba a nuestro país, perjudicando, frente a la opinión pública inglesa a las fuerzas militares de su país.