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Buenos Aires en los ojos de Isabella

Pordiario5

Jun 6, 2018

Roma y Buenos Aires
Roma y Buenos Aires

Hoy en día hay muchos argentinos estudian italiano, en un intento por recuperar, al menos en parte, «la identidad de sus antepasados que estaban ocultos durante mucho tiempo, con un poco de vergüenza, en esa gran maraña que es la identidad de la Argentina. Ser argentino, según Borges, es algo que nadie puede definir. La identidad de este país es muy compleja y multifacética, que forma parte, aunque marcadamente como algo específico, específico de América Latina.

Me parece que los argentinos – muchas de las personas que conocí, por lo menos – se consideran, en un sentido, europeos «en rama»; mucho más europeo que americano, a pesar de la historia y la geografía. Esto se aplica, sobre todo, para los descendientes de italianos. Me imagino que la mayoría de estas personas han escuchado a los padres y los abuelos hablar de Italia, con la nostalgia que sólo aquellos que puedan haber abordado un barco, con un centavo, sin billete de vuelta, con la pluma y el papel como el único medio de la comunicación con los seres queridos. Por esta razón, tal vez, en la imaginación de los argentinos, Italia es una especie de paraíso perdido, tan lejos y tan cerca, también viviendo en la memoria de los que nunca hemos estado.

Cuando me presento y digo que soy italiana, siempre sale una sonrisa como respuesta. En la mayoría de los casos, entonces, yo diría algo así como «Tengo un abuelo italiano!», «Yo he estado en Italia el año pasado» y también «¿Qué estás haciendo aquí?». No podría sentirme en el extranjero, incluso por un día, aquí, a 11.000 kilómetros de distancia. Parece, en efecto, que la gente siempre me tratara como con un poco más cariño de lo normal. Llego a la Oficina de inmigración sin uno de los documentos requeridos, y el recepcionista me canta una canción de Eros Ramazzotti, y todo tiene solución. La seóra de la pastelería me pide que pruebe sus galletas y le diga si son como los que comen en mi casa. Por supuesto, no siempre es el caso. Y Buenos Aires definitivamente no es una ciudad fácil para vivir. Pero yo solía escuchar en Paris o Londres el clásico «italiana: pasta, pizza, mafia», hacer estas pequeñas cosas, algo de gran importancia.

Para los argentinos, es bueno saber que su país sigue siendo capaz de atraer a un italiano; aunque es extraño pensar que alguien del paraíso perdido, haya aventurado aquí, en el fin del mundo. Para un italiano, Buenos Aires es una realidad diferente, lejana, pero siempre, de alguna manera, comprensible. Vivir aquí, tarde o temprano da a luz (o renacimiento) el apego a su país de origen. Aún me encuentro con quienes me ayudan a idealizar mi tierra, mezclando mis recuerdos recientes con la imagen de un paraíso perdido.

Emigrar a Buenos Aires, en la actualidad, se trata de un extraño viaje en el espacio y el tiempo. Un viaje a la memoria colectiva italiana, que se ha acumulado a través de los dos continentes, como una cultura floreciente que proviene de ambos lados del océano.

Rescatamos el encantador  relato de Isabella Cannatà de la web La Voce del Gattopardo con el título «Così lontano e così vicino: essere italiani a Buenos Aires, ieri e oggi» (Tan lejos y tan cerca: ser italiano en Buenos Aires, ayer y hoy).

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