• Diario 5 -Buenos Aires, miércoles 4 de diciembre de 2024

Basta del Día del Locutor!

PorCarlos Allo

Jul 3, 2018

Ser locutor y sentir que la actividad muestra tanto la hilacha, molesta mucho.
Ser locutor y sentir que la actividad muestra tanto la hilacha, molesta mucho.

El 3 de julio es uno de esos días en que nadie debería escuchar radio ni mirar televisión. Cada 365 días, la autorreferencial celebración que se repite en decenas y decenas de medios de todo el país, por del día de locutor, desde hace 65 años, se tornó desubicada como kermesse en museo. Es realmente molesto- surgió esta conciencia hace muchos años, siendo muy joven y ejerciendo la profesión como aún lo hago. Muchos de quienes se rasgan las vestiduras  al escuchar las jactancias egocéntricas de la conductora del popular programa de los almuerzos, terminan aplicando la misma metodología.

No es necesario utilizar tantas horas de aire para el -ya, desagradable- autohomenaje que una inmensa mayoría de locutores se confieren impunemente frente a los micrófonos y las cámaras de los diversos medios. Desde el plano del pensamiento, el efecto que se observa ante la parva de halagos oligocéntricos, es triste.

Hay un sector de miembros del gremio que consideran que la celebración del Día del Locutor se ve opacada por la crisis de las radios, los despidos masivos crecientes y la necesidad de plantarse en lucha por la defensa de los puestos de trabajo. Incluso alzan la bandera de la defensa de la dignidad de la profesión.

En el párrafo anterior se evitó entrecomillar algunas expresiones por respeto a algunas personas. Se trata de colegas y compañeros con grandísimos talentos puestos al servicio de emisoras que los tuvieron firmes en Navidades, Cierres de Año, Semana Santa, cubriendo el informativo o el turno comercial en feriados que los alejaron de sus afectos por cumplir con directores, gerentes y jefes insensibles o ajenos a la vocación comunicacional. Se trata de colegas y compañeros sumergidos en cuerpo y alma en transmisiones y programaciones especiales que los conminaban a salir a comprarse prendas de vestir para reflejar una imagen acorde u otros que sólo firmaban el libro de transmisión y no tenían opción para formar parte del equipo de transmisión para salir al aire, dado que tal derecho sólo lo ejercía y lo ostentaba personal contratados especialmente para algún programa, relegando al locutor o locutora de turno a tareas administrativas.

En realidad, el motivo central de lo innecesario del festejo debería ser lo que nadie quiere asumir: jamás debió existir una carrera de tres años de estudio para el solo ejercicio legal de leer una marca comercial en Radio o TV, leer un boletín informativo o dar la hora y la temperatura. Por supuesto que la formación que se brinda en el curso creado para dictarse en el ISER -y luego en otras instituciones- puede significar una cierta base para iniciarse en la comunicación pero vale aclara que tales estructuras educacionales son largamente superadas por cualquier carrera universitaria de temáticas afines.

Sólo nos queda discutir la técnica de lectura. De ser aceptada tal premisa, quienes consideran que la Locución es una carrera, entrarían en callejón sin salida, dado que Técnica de Lectura suele una materia que en cualquier universidad del mundo se incorpora en diversas carreras humanísticas, incluyendo las licenciaturas y tecnicaturas en periodismo y disciplinas comunicacionales. Cualquier profesional de buena lectura, es decir, lo que hoy se puede considerar un locutor profesional, en caso de contar, también, con dotes para la enseñanza, puede obtener importantes resultados con alumnos abocados a la práctica y deseoso  de superarse como lectores en voz alta.

De detentar las técnicas para la buena lectura (incluso la oratoria) a ser un locutor destacado, hay un trecho que dependerá de las capacidades propias del interesado. No hay ninguna necesidad de someter al alumno de Lectura en Voz Alta a que se le apuren sus desarrollos técnicos durante tres años seguidos, para largarlo a la calle con un título que debería ganárselo con el ejercicio de la actividad y transformarlo él mismo en profesión, sin darle ningún carnet habilitante y protegido por una normativa absurda, que le hace creer que es miembro de un Olimpo, cuando -muy por el contrario- es demasiado evidente e insoslayable la poca preparación que demuestra una mayoría de locutores para comunicar por sus propios criterios, contenidos de valor.

Hace exactamente dos años, ya poníamos un pensamiento sin diferencias con el que nos expresamos este 3 de julio.

Carlos Allo

Editor de Diario 5 y Ensamble 19. Productor integral de Radio Clasica.

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