
Fue algo así como un reto a duelo. En realidad el «algo así» sobra. Los invité a pelear. Pero no vinieron. No me leen. ¿Qué pretendo? Me estoy refiriendo a los energúmenos que pintaron el Pensador de Rodin. Fue en 2014. Justo el año en que Buenos Aires se emocionó con un homenaje especial. Con una mano en el corazón, pregunto: ¿A quién se le puede ocurrir que en una ciudad que convive con una horda de cerdos urbanos que todo lo que tocan se transforma en mierda, podía sobrevivir el mural de la calle Suipacha dedicado a Sandro?
El retrato del gran ídolo de la canción, rodeado de imágenes de la palabras que lo representan, como fuego y rosas, quedó tapado por una sucesiva secuencia de vandálicas pintadas, con codificaciones por las que -encima- les hacen creer a muchos chicos jóvenes e incautos que tienen significados importantes para moverse en la vida de estos tiempos.

No los voy a invitar de nuevo a pelear. Ni se merecen participar de un cruce de puñetazos con un movilizador de corrientes evidenciadoras de insatisfacciones sociales como el que firma, parroquiano de número en la taberna de la palabra y porteño con código. Ya se encontrarán con el que quiera desagraviar a McPío, autor del mural de Sandro, como personalmente me alcé en armas en defensa de la obra y la memoria de Auguste Rodin.
Para quienes quieran recordar cómo comienzan a hincharse las venas de cuello frente a estos insignificantes, aquí está la ruta hacia el recuerdo de So’ Careta Vo’
Vengo de México a visitar el mural, la estatua de Sandro y el cementerio donde lo enterraron me podrían dar información. Esta o no el mural? Y en el cementerio tengo que hacer algún trámite?
Mucho agradeceré su ayuda
Son unos desalmados. No me salen las palabras para expresar la tristeza. Falta de respeto de esos bandalos. No quieren a su madre, no quieren a la patria