El tira y afloja permanente acerca de los servicios que deben brindar los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires es, naturalmente, político. En realidad lo que estamos pretendiendo decir es que es “político partidario”, cuando lo que debería en realidad ser, es “político” solamente. No es un juego de palabras. Lo sabemos. Y si lo sabemos debemos ejercer la comprensión real de estas palabras que no son un juego. Muñiz, Moyano, Rivadavia, Fernández, Zubizarreta, Santa Lucía, pirovano, Álvarez, durand, Vélez Sarsfield, Piñero, Gutierrez, Tobar García y tantos otros, no son nombres dignos de juegos de palabras.
A partir de aquí procuraremos ser lo más equilibrados posible entre lo que podemos marcar como responsabilidad del actual gobierno y lo que históricamente se viene delineando como parte de una decadencia evidente, marcada e insoslayable del sistema de salud de la Ciudad de Buenos Aires, modelo lógico y claro del sistema global argentino de asistencia a las personas.
Un importante cirujano de una de las más destacadas instituciones de salud de la Ciudad de Buenos Aires nos hacía notar que en la etapa anterior a la centralización de insumos establecida por el actual gobierno, con la sana intención de cortar de cuajo con la corrupción tradicional observada en la operatividad de compra de esos elementos, trajo acarreado un problema que, según el médico, termina siendo peor: con el sistema corrupto que probablemente dejaba en el camino muchos insumos que terminaban derivándose ilegalmente al mercado comercial de la salud, las gasas, tijeras, alcohol, medicamentos, edemas, ungüentos, yeso, etc, mal que mal, llegaban a los hospitales en tiempo y forma.
Cuando se centralizó la compra, se pudo eliminar, a medias, la corrupción que derivaba los insumos, pero éstos jamás llegaban a tiempo a los 33 nosocomios de la ciudad.
Algo no estuvo bien cuando históricamente se identificó a hospitales como el Penna o el Santojanni como periféricos. Durante mucho tiempo al paso de esa manera de identificar a los hospitales, surgió una desagradable discusión referida al uso de los servicios de salud porteños por parte de personas provenientes del gran Buenos Aires.
Gobiernos porteños enfrentados con el ex gobernador de la Provincia de Buenos Aires Felipe Solá, llegaron a plantearle al entonces primer mandatario bonaerense que la Provincia de Buenos Aires debería pagar una tasa por atención médica a la Ciudad de Buenos Aires. Sola respondió de tal manera que nunca más un gobierno porteño osara reclamarle a la provincia por la atención médica que los hospitales oficiales capitalinos le brindan a los ciudadanos del GBA: el entonces gobernador, con gran Tino y brillante de criterio, respondió a la Ciudad de Buenos Aires diciendo que los ciudadanos provenientes de la provincia nunca volvían a sus casas sin haber previamente gastado dinero durante su viaje y estadía en la Ciudad de Buenos Aires; que los habitantes del gran Buenos Aires aportan todos los días varios millones, sea cual fuere la moneda, en transporte dentro de la capital, comidas, bebidas, medicamentos y servicios múltiples. La tasa está paga con creces.