La excusa perfecta para gran parte de los empresarios de colectivos, buses de media distancia y algunos concesionarios privados de transporte: los valores en el mundo.
Aparte del cimbronazo que significan los aumentos de los transportes públicos, el cálculo en el que, aparentememte, nadie está dispuesto a zambullirse en el que refiere a la falta de reciprocidad, cotejamiento y equilibrio entre los nuevos precios y la calidad de los servicios.
POr supuesto que nos habría satisfecho encontrarnos con que la lógica más absoluta indicaría que si de la noche a la mañana los boletos, pases y abonos se incrementaron en valores que superan el 400% y más, también debería ser inmediato tener trenes, subtes, colectivos, premetros y ómnibus de larga distancia de un nivel que no baje del de los transportes suizos, holandeses y coreanos.
Pero el problema sigue siendo grave para nosotros:
El metro parisino cuesta 2.10 euros y el neoyorquino 2.90 dólares el viaje simple, más allá de que pyede haber algunas promociones por cantidad, como en todas partes.
Tratándose de que a los usuarios los precios nos esquilman pero así y todo los valores actualizados aún no alcanzan el estándar internacional, las empresas de transportes van a seguir teniendo excusas para renovar sus unidades cuando los vehículos estén a tiro de caer en el predio de las chatarras.