No. No hablamos de la bella balada "Here, there, and everywhere" que Paul McCartney creó para los Beatles. Observamos el fenómeno de la venta ambulante en todas las grandes ciudades del mundo. Vemos que en todas ellas, el asunto es un problema no menor. ¿En Buenos Aires se nos fue de las manos?
En muchos lugares del mundo existen regulaciones y normas que rigen la venta ambulante o las compras ambulantes. Estas reglas pueden variar significativamente según el país, la ciudad o incluso el vecindario. Pero es muy difícil de ejecutar
Algunas ciudades, incluso, tienen regulaciones estrictas sobre la venta ambulante para mantener el orden, garantizar la seguridad pública y gestionar las actividades comerciales. Lo habitual: requisitos de permisos, áreas de venta designadas, estándares de higiene, leyes de zonificación y restricciones sobre ciertos productos o horarios de operación.
En algunos casos, la venta ambulante puede estar completamente prohibida en ciertas áreas o durante horarios específicos, mientras que en otros lugares puede estar permitida pero estrictamente regulada. La violación de estas regulaciones resulta en multas, confiscación de bienes u otras sanciones. Pero vuelven. Y ocurre en todas partes del mundo.
Sin embargo, también hay lugares donde las compras callejeras son consideradas «una parte propia de la cultura y la economía locales». Podemos encontrarnos con que esa «motivación cultural» haga que las regulaciones sean más indulgentes para adaptarse a este aspecto de la vida comunitaria.
Sabemos que es un problema permanente y ultra expandido. Realmente depende de la ubicación específica y sus políticas con respecto a la venta ambulante.
Veamos ciudades donde la venta o las compras ambulantes están -supuestamente- reguladas con grandes ítems prohibitivos y pueden estar sujetas a castigos si se violan las reglas.
En la Ciudad de Nueva York, la venta ambulante está regulada por el Departamento de Asuntos del Consumidor de la ciudad de Nueva York. Los proveedores deben tener permisos y cumplir con regulaciones estrictas sobre dónde y cómo pueden operar. Las normas dicen que la violación de estas regulaciones puede resultar en multas o confiscación de bienes. Por supuesto que es una poderosa arma disponible para el Estado. Pero se usa de manera discrecional, alivianando el clima para no tener que estar todos los días reprimiendo ciudadanos por contravenciones comerciales consideradas menores.
En 2021, el Diario New York Post reveló que vendedores ilegales se habían apoderado de una zona comercial en el Bronx, gracias a una nueva ley de la ciudad que trasladó las responsabilidades de aplicación de la ley del Departamento de Policía de Nueva York a una agencia que carece de autoridad para confiscar bienes, o incluso exigir identificación a los vendedores ambulantes.
«Parece un bazar en Estambul», dijo Marko Majic, jefe de desarrollo comercial de City Jeans en East Fordham Road.»La única diferencia es que en Estambul es legal y está organizado y aquí es ilegal y no está organizado», se lamentó Majic.
En ese momento, en Fordham Road, contaron 242 vendedores ambulantes a lo largo de un apetecible corredor comercial desde Grand Concourse hasta Webster Avenue.
Igual que acá, pero menos. En Buenos Aires se aplica esta «permisividad» de manera relativa. El problema es que la venta ambulante excede todo cálculo y crece día a día.
En Londres, los manteros están regulados por las autoridades locales y los vendedores deben obtener permisos y cumplir con reglas específicas con respecto a lugares, horarios y tipos de productos vendidos. La venta ambulante no autorizada puede dar lugar a multas o acciones legales. Aquí, habría que creerles. Si te permiten con límite, mejor no cruzarlo.
Veamos Singapur. La venta ambulante está estrictamente regulada y los vendedores deben obtener licencias y cumplir estrictas normas de higiene y seguridad. La ley dice la venta no autorizada puede resultar en multas, prisión o ambas cosas.No está para arriesgarse.
En París: los vendedores ambulantes están regulados por la ciudad y deben obtener permisos, con reglas, aparentemente, estrictas en cuanto a ubicaciones y horarios de atención. La violación de estas regulaciones puede dar lugar a multas u otras sanciones.
Un soplo de lógica nos hace entender que las autoridades deben equilibrar el deseo de apoyar a los vendedores locales y la cultura callejera con la necesidad de mantener el orden y la seguridad pública mediante regulaciones y aplicación de la ley, especialmente la que obliga a los comerciantes que trabajan en locales a pagar una serie de impuestos, servicios y alquileres que ponen a los manteros en una ventaja competitiva de alta deslealtad comercial.
Están en todas partes.