El Plátano de Sombra, un gigante gentil y algo problemático
La versión del «Platanus Hispanica», «Falso plátano» o «Plátano de sombra», el árbol de inmenso tamaño y corteza clara que invadió Buenos Aires hace unos 150 años se llama, muy específicamente, «Plátano de Londres». Y como si faltaran maneras de llamarlo, sumemos «Plátano híbrido».
Alcanza alturas impresionantes, llegando a superar los 30 metros con facilidad, y su copa se extiende ampliamente, ofreciendo una sombra generosa.
La corteza es uno de sus rasgos más distintivos. Es lisa y de un color verde grisáceo o beige claro, con placas que se desprenden revelando manchas blanquecinas o amarillentas, creando un patrón moteado único. Sus hojas son grandes, lobuladas y con forma de palma. Son parecidas a las del arce.
En otoño adquieren tonos amarillentos y marrones antes de caer.
Produce frutos esféricos y espinosos, que cuelgan en racimos y persisten durante el invierno.
Domingo Fautino Sarmiento hizo traer esta especie de los Estados Unidos. Comenzó acomodándose en el Parque Tres de Febrero y luego se ubico con popularidad en parques, jardines y avenidas porteñas debido a su belleza, sombra y resistencia a la contaminación. La calle Carlos Calvo entre el 1700 y el 2200, en primavera y verano, es un sendero al amparo de sus altisimas copas.
Es raro para un porteño saber que su madera se utiliza en carpintería y ebanistería.
¿De dónde salió?
Los registros dicen que el Plátano de Sombra es nativo de Europa y Asia occidental, pero que se ha naturalizado en muchas otras partes del mundo, incluyendo América del Norte y del Sur.
Cuando se aspira a profundizar en el conocimiento sobre este árbol tan propio de Londres, Buenos Aires y París, suele hacerse necesario aclararle a los que aprenden en la Universidad Tik Tok, que no estamos hablando de la planta de bananas. Es un árbol grande y frondoso que se encuentra, aparte, en muchas ciudades, incluyendo París y Buenos Aires.
Puede alcanzar alturas de 30 metros o más, con un tronco ancho y robusto.
Hoy, el Plátanus hispánica es emblemático de nuestra región. Pero más allá del nombre científico que le tocó, el Plátano de Sombra es originario del sudeste de Europa y el oeste de Asia. Sin embargo, gracias a su adaptabilidad y belleza, lo fueron llevando a muchas regiones del mundo, incluyendo América del Norte y del Sur, Australia y Nueva Zelanda.
Los plátanos de sombra son árboles longevos. Algunos ejemplares pueden vivir cientos de años.
La condición de resistentes a la contaminación atmosférica y a las condiciones urbanas llevó a los científicos a asignarle el rol de bioindicadores de la calidad del aire.
La variedad híbrida llamada Plátano de Londres (Plátanus Acerifolia) es la que convive con los porteños. Es la versión de Platanus Hispánica más resistente a la contaminación que existe y se usa entornos urbanos de miles de ciiudades en mundo.
El fruto polvoriento
El aquenio es el fruto del plátano de sombra, también conocido como plátano de Londres o simplemente plátano. Es un tipo de fruto seco indehiscente, lo que significa que no se abre para liberar la semilla al madurar.
Los aquenios son pequeños, perfectamente redondos o de formas obovoide (forma de huevo invertido) y fusiforme (forma de huso), con una punta peluda en un extremo. Miden entre 2 y 4 mm de largo y son de color marrón claro a marrón rojizo cuando maduran.
Los aquenios se agrupan y cuelgan de largos pedúnculos. Cada bola puede contener cientos de aquenios y su dispersión se produce principalmente por el viento, gracias a la punta peluda que actúa como un paracaídas, permitiendo que el fruto vuele a grandes distancias considerables.
Los aquenios del plátano de sombra, aunque no son tóxicos, no son comestibles para los humanos debido a su dureza y falta de pulpa. Esa pelusa que recubre los aquenios suele ser irritante para las vías respiratorias de algunas personas, especialmente para aquellas con alergias o asma
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