Las obras suelen complicar el paso de transeúntes. Nadie es ajeno no lo niega. Pero hacer interminable algo que ya debería estar terminado toma el cariz de situación molesta.
Es lo que ocurre con los trabajos en la Confitería del Molino.
El vallado con rejas que abarca gran parte de la vereda de la Av Callao sigue ahí y no se vislumbra la necesidad de que tenga que mantenerse.
Estamos atentos.