Primeros efectos del video que lo cambió todo, al despertar la conciencia generalizada sobre la realidad de los hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires.
Por supuesto que son sentimientos encontrados. A nadie le gusta que haya personas que no puedan ser atendidas en el sistema de salud pública. Todos merecemos el acceso a la medicina, a los diagnósticos por imágenes, a la alta complejidad y las terapias intensivas.
Pero ¿acaso el médico, al que escracharon traicioneramente, equivocó el rumbo cuando la pregunta que elige realizarles a los pacientes que esperaban apuntaba a conocer su origen geográfico?
Nunca existirá una sentencia final que determine de manera objetiva si su intervención en ese pasillo del hospital Argerich fue de éticamente correcta o no. Pero de lo que sí estamos absolutamente seguros es de que, de una vez y para siempre, la sociedad toda puso su atención en el complejo problema del colapso en los hospitales públicos, porque éstos reciben pacientes en cantidades que superan hasta cuatro veces su capacidad operativa.
El médico, ahora se encuentra en un conflicto legal porque utilizaron su imagen, su voz y su acción para mostrarlo públicamente sin autorización y eso -nada fácil de lograr- podría accarearle un problema a quien decidió grabarlo con su celular.
Pero es como si se hubiera removido un pozo con sustancias en descomposición despidiendo hedores antes tapados. Ahora no se puede volver a tapar. Hay que actuar.
¿Y quienes deben actuar?
Hay dos protagonistas excluyentes en este problema con sabor a conflicto interjurisdiccional: el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri y Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Por ahora, sólo discusiones chicaneras.
Pero el tema está planteado: La gran mayoría de las personas que, viviendo en municipios de la Provincia de Buenos Aires, cuando deben apelar al sistema de salud pública, no recurren a los hospitales de sus respectivas zonas, sino que deciden hacerse atender en alguno de los 33 hospitales de CABA.