Si los millones de argentinos que tienen una clara conciencia de la importancia volver a hacer rodar la red ferroviaria, se manifestaran al unísono y con la firmeza que eso amerita, no habría un solo funcionario de ninguno de los gobiernos nacional, provinciales y municipales del país distraído del proyecto.
Una red ferroviaria bien desarrollada es fundamental para un país que produce alimentos y se dedica a la manufacturas afines.
Los ferrocarriles proporcionan la eficiencia más certera para transportar materias primas desde los centros de producción hasta las instalaciones de fabricación. El movimiento oportuno y rentable de materias primas tiene en los trenes el mejor aliado para mantener un flujo de producción estable.
Una vez que los productos manufacturados están listos, los ferrocarriles son más confiables que cualquier infraestructura de transporte en rutas para distribuir estos productos a diferentes regiones del país, cuando se trata de distancias tan largas como las de la Argentina. Hablamos de garantizar una disponibilidad constante y generalizada de bienes en el mercado.
No parece serio -en el Siglo XXI y en medio de la búsqueda permanente de la sostenibilidad- discutir la condición de transporte rentable de un tren. El ferro siempre es más rentable para el transporte a granel en largas distancias en comparación con otros modos de transporte. La ecuación es, prácticamente, obvia: para grandes cantidades de productos alimenticios y bienes manufacturados, grandes estructuras que los lleven a destino.
Los ferrocarriles reducen la congestión del tráfico en rutas y autopistas. Y en algunos casos, lo eliminan. Cumplimiento de los tiempos previstos, ahorro energético, seguridad y alivio de carga general de la infraestructura de transporte son las primeras fichas benéficas de que lo que se quiere vender, vaya sobre rieles.
Ni que hablar de que los ferrocarriles pueden llegar a áreas remotas a las que puede resultar difícil acceder mediante otros medios de transporte. Tenemos una geografía diversa, con climas cambiante y hasta extremos. Necesitamos conectar regiones agrícolas y manufactureras cuando están ubicadas en áreas menos accesibles.
El tren es confiabilidad y previsibilidad. En comparación, como medio de transporte estable y consistente no puede compararse. Y apropósito de la carga a granel, los esfuerzos de sostenibilidad y reducción del impacto ambiental de las actividades de transporte nos dejan a las puertas de tomar la decisión no sólo de recuperar nuestras redes ferroviarias sino de planificar nuevas.
Los trenes son un factor de crecimiento económico puro, genuino. La red ferroviaria argentina básica siempre facilitó el movimiento fluido de mercancías, fomentanndo el comercio y atrayendo inversiones tanto en los sectores agrícolo-ganadero como en el manufacturero.
En el devenir de un nuevo intento argentino de apuntar al desarrollo, es lógico que los ferrocarriles se integren en un sistema de transporte multimodal, proporcionando la conectividad perfecta con los otros modos como el transporte, ya por sea marítimo, aéreo y camiones de distribución final en áreas urbanas.