Si las autoridades no reciben la llamada de atención que significa observar el mal estado de la visibilidad de las paradas de colectivos en una urbe gigante, de muchísimo movimiento las 24 horas del día y alta demanda de transporte, no avanzaremos en el punto más vulnerable de la Ciudad de Buenos Aires en cuanto a la calidad de vida de sus habitantes.
El transporte público y la ausencia de respeto legítimo por parte de los automovilistas hacia los peatones conforman el tándem de conflictos más silenciosamente desatendidos en la capital argentina desde la invención del automóvil.
Nadie cae en la cuenta de que los temas que refieren a las problemáticas de tránsito cuyos beneficiarios posibles son el conductor o viajante en algún tipo de automotor superan en una proporción 92/8 a los que aquejan a quienes se mueven por la ciudad sin vehículo.
Una parada que no se reconoce desde lejos es un problema para quien debe viajar. Las autoridades nacionales, provinciales, municipales, legislativas, judiciales y de organismos del Estado, como nunca sufren este problema «en tiempo y forma», es decir, mientras ejercen, ya que se mueven en automóviles de las reparticiones del Estado y con chófer, da la insoportable causalidad con su maldita consecuencia de que nunca se terminan de resolver los problemas peatonales.
Hay grandes avances en las autopistas, las rutas, las calles, los estacionamientos, el ordenamiento del tránsito, los trámites por las patentes y bla bla bla… todo para quienes tienen auto. Poro los que tienen que viajar en bondi, que adivinen adónde tienen que ir a tomarlo