En la fecha que les es propia, hacemos un repaso de la historia del transporte publico en nuestra ciudad, el país y el mundo, poniendo -en la medida de lo posiblle- blanco sobre negro acerca del mito que nos hacen repetir desde tiempo inmemorial y que asegura que inventamos los colectivos de línea en 1928.
Los colectivos nacieron del plan de hacer compartir los viajes, porque para los pasajeros se estaba haciendo muy oneroso el pago de los taxis porteños. Era 1928 y en un día como hoy, hace 95 años, que comenzó la era del transporte público con recorrido fijo.
La historia, entonces, abrió paso a que el 24 de septiembre sea el Día del Colectivero.
No obstante la puesta en marcha de este servicio en la Ciudad de Buenos Aires, como una novedad internacional, nuestro país ya formaba parte de la élite de naciones que contaban con el más importante precedente de transporte público -los tranvías- en sus grandes ciudades.
No obstante, siempre es mejor poner un poco de cuidado cuando el chauvinismo choca contra datos y estadísticas.
El desarrollo de los sistemas de transporte público modernos comenzó en el siglo XIX, con carros de grandes dimensiones (Ómnibus) tirados por caballos. Eran esencialmente carruajes que seguían rutas fijas. Estos transportes comenzaron a funcionar a principios del siglo XIX en París y Londres.
En cambio, sí estamos en el libro del desarrollo de los tranvías A finales del siglo XIX, los tranvías se hicieron populares en muchas ciudades. Los tranvías funcionaban con electricidad y circulaban por vías incrustadas en las calles. Estos modos de transporte fueron un gran paso adelante para brindar un transporte público eficiente y hoy se siguen utilizando en casi todas las ciudades importantes del mundo, pero Buenos Aires, La Plata, Bahía Blanca, Concordia, Córdoba, Corrientes, Mar del Plata, Mendoza, Necochea, Paraná, Quilmes, Rosario, Salta, Santa Fe y Tucumán los eliminaron.
Durante décadas, una canción de cuna argentina decía: «Talán talán talán pasa el tranvía por Tucumán».
Actualmente, en Buenos Aires, las únicas vías instaladas para el transporte de pasajeros en las calles, por donde puede circular un tranvía son las de los dos trazados del Premetro. En Mendoza funciona el MetroTranvía.
Córdoba aún cuenta con su Trolebus. Sin rieles, surgieron a principios del siglo XX como una alternativa a los tranvías y funcionaban con cables eléctricos aéreos. Ofrecen mayor flexibilidad que los tranvías. En Chile, Valparaíso aún los tiene funcionando.
En 1829, George Shillibeer introdujo el primer servicio de ómnibus tirado por caballos en Londres. En 1832 lo hizo Nueva York. Inmediatamente, París. El Metro londinense se inició en 1863. A principios del siglo XIX, los ómnibus tirados por caballos cambiaron el ritmo de vida en París. El tranvía arrancó en 1855. San Francisco también los tuvo. Naturalmente, Alemania tenía tecnología para hacer tranvías eléctricos de calidad. Werner von Siemens puso su mano inventora en decenas de piezas mecánicas a finales del siglo XIX. Por eso, Berlín y Munich tuvieron algunos de los primeros sistemas de tranvías eléctricos.
Todos recordamos los Los vagones de la línea A del Subte porteño que funcionaron durante 100 años (los Brugeoise). Eran de origen Belga.
Bélgica se jacta de ser la cuna del tranvía moderno. Ellos tuvieron la primera línea de tranvía comercial del mundo. El mítico Tranvía de Bruselas comenzó a funcionar en 1869.
Los australianos en están en libro de oro del transporte público porque Sydney introdujo los autobuses tirados por caballos en la década de 1830 y Melbourne inauguró uno de los primeros sistemas de tranvía eléctrico del mundo en 1885. Hace poco, en Diario 5, en el informe especial sobre paradas de colectivos en las distintas ciudades del mundo, destacábamos la concentración que pone Australia en el vínculo entre transporte público y calidad de vida.
Y aparece la Argentina en la estadística tranviaria: Buenos Aires tuvo uno de los primeros sistemas de tranvías extensos del mundo, primero con tranvías tirados por caballos introducidos en la década de 1860 y -luego- tranvías eléctricos en la década de 1890. Detrás de nuestro país pero dando el presente, como siempre, el Sol Naciente. Era obvio que Japón desarrollaría tranvías a principios del siglo XX. Tokio y Kioto contaban con redes de tranvía cuyos espacios de circulación pudieron ser aprovechadas, también, para la circulación de trenes de mediana y larga distancia, dejando abierto el camino a la etapa en la Japón desarrolló los mejores trenes y vagones de Subterráneo, especialmente de la marca Toshiba, que la Argentina adquirió para el Subte B y para las líneas de trenes eléctricos de los ferrocarriles Mitre (línea Tigre), Sarmiento y Urquiza, que comenzaron a funcionar entre 1972 y 1974. Muchos de ellos aún circulan.