Y las otras.
El graffiti que reza «Nada que Lastime al Pueblo», deja al lector en la confusión de si se trata de una propaganda política o del mero acto artístico con el que la pintada se jacta en su faz ilustrativa. En fin… la adolescencia la pasamos todos y es una realidad humana. En la mayoría, es la chispa del fuego sagrado del idealismo. Pavos, los que la tratan como un derecho. Ridículos, quienes combaten sus efectos.
«Ni víctimas ni victimarios, Combatientes Revolucionarios». Por supuesto que estamos en condiciones de tomar muy en serio la expresión. Si se tratara de una forma de identificar (una autopercepción del autor o los autores) a quienes formaron parte de las organizaciones armadas de los ’70, podríamos estar ante la punta del hilo de un ovillo de discusión para uno cuántos años. Insistimos: si es que se trata de algo auténtico y escrito por los verdaderos protagonistas. A medir por todo el concepto, es claramente imposible que se trate de otro tema, aunque nunca se sabe, ya que en la tercera década del S XXI, cualquiera al que felicitaron por un collage en Actividades Prácticas, se siente Andy Warhol. Por seo, si la polémica definición la escribió alguien ajeno a los tiempos aludidos, estamos hablando de una chantada similar a tantas pavadas con las que se suele gastar aerosol.
And the winner is… el graffiti de la pasarela de la Av Dorrego para cruzar el Ferrocarril Mitre.
Sin dudas, «Oh, Buenos Aires, mi lugar» es la que no derrama hipocresía. La frase es poética y posesiva. Ilumina y esperanza (del verbo esperanzar). Gusta.
Volveremos con más.