Un flagelo muy propio de la zona Sur de la Ciudad de Buenos Aires. En este mes, Constitución parece ser el barrio más afectado por la oleada de robos de picaportes, manijas, porteros eléctricos, balaustros, placas, picos de rejas y números de identificación de domicilios.
Pero no es el único barrio. La propia sede de nuestro medio, en San Cristóbal, sufrió el ataque de los cazadores de bronce en 2021. Parece ser el momento más caliente con respecto de este delito.
La pregunta que se hace una gran cantidad de personas en nuestra ciudad es si existe alguna forma de evitar que las «metaleras» (locales de compra, venta y fundición de metales de valor) adquieran objetos que abundan en evidencia de haber sido sustraídos con ganchos, barretas o a los golpes.
Es necesaria una normativa que detenga la depredación de los accesorios metálicos de los frentes de edificios, casa, locales y establecimientos públicos.
En el mundo no están ajenos a este problema
El robo de piezas de bronce ocurre en varios países y la frecuencia y ubicación de dichos robos varía ampliamente. El problema se hace mayor cuando los factores que influyen en la prevalencia estos robos de bronce incluyen la disponibilidad de artículos de bronce, su importancia cultural o histórica y las condiciones económicas de una región.
Hubo sitios arqueológicos, con artefactos de bronce de civilizaciones antiguas que han sido objeto de robo. Ocurrió en Grecia, Italia, Egipto y otros lugares de América del Sur. Esculturas y obras de arte de bronce de alto valor han sido el objetivo de ladrones. Incluso en centros artísticos como París, Nueva York y Londres han visto casos de robo de bronce en museos y galerías.
Hubo robos de placas de bronce y estatuas en cementerios y monumentos públicos de varios países.
En Buenos Aires se ha debido reforzar la seguridad en las obras en construcción, mientras que los espacios públicos están en una situación muy vulnerable. Lo mismo ocurre con las instituciones religiosas: como campanas de iglesia o artefactos religiosos han sido sustraídos en iglesias, templos y mezquitas. Las colecciones privadas también corren riesgo de robo, aunque es posible que estos incidentes no siempre se informen públicamente.
Puede suceder que estos actos de robo y vandalismo causen la destrucción o daño de patrimonios culturales e históricos. Muchos países cuentan con leyes y regulaciones para proteger artefactos culturales y artículos de bronce de importancia histórica. En general, los museos y lugares donde se exhiben valiosos artículos de bronce emplean medidas de seguridad. Las cámaras de vigilancia y alarmas deben estar siempre en buen estado de funcionamiento.
El otro robo habitual es el de los cable de cobre. Y no siempre con éxito para los ladrones, como en el caso correntino de anteayer: