A un año de una de las notas con temas históricos más consultadas de Diario 5, presentamos un material vinculado con foco en la etapa de las circunstancias políticas que llevaron al Capitán General San Martín a tomar la decisión de alejarse de la Patria cuya Libertad, él mismo había afianzado.
El general José de San Martín pasó los últimos años de su vida en Francia después de haber logrado su objetivo principal de liberar a varios países sudamericanos del dominio colonial español. La imperdonable tendencia argentina de mezclar la traición con la estupidez, obligó al ciudadano más importante de la historia del país a instalarse en Francia en 1824 y permanecer allí hasta su muerte, en 1850.
Durante este período, se retiró en gran medida de la política activa y las actividades militares, centrándose en su vida personal y manteniendo conexiones con compañeros en el exilio y figuras políticas. Pocas personas caen en la cuenta de lo que significó embarrar el terreno político a un punto tal que al hombre más prominente, abnegado y ético de la etapa de formación nacional se le dijera tácitamente: «muchas gracias por los servicios prestados pero si no se las toma, Usted podría llegar a pasarla mal».
Después de sus geniales campañas militares para liberar América del Sur, San Martín renunció a su mando, se retiró del ojo público y buscó refugio en Europa para evitar la inestabilidad política y los conflictos que surgieron en los países recién independizados que había ayudado a liberar. Se instaló en Boulogne-sur-Mer y más tarde en Grand Bourg, donde llevó una vida relativamente tranquila.
En 1823, la vida familiar de San Martín ya no era la misma que imaginó para la etapa se su retiro. Al morir su esposa Remedios de Escalada, todos lo planes sanmartinianos debieron pegar un giro. Cuando estuvo en Francia, él y su hija Mercedes enfrentaron dificultades económicas. Es importante entender que se empobrecía porque los recursos de San Martín se habían dedicado a la causa independentista.
Una parte de la mirada de la historia habla claramente de una enemistad irreconciliable entre el General Don José de San Martín y el ascendente e influyente dirigente liberal Bernardino Rivadavia, quien en 1925 alcanzaría el cargo de presidente de las Provincias Unidas, aunque no bajo una Constitución definitiva. San Martín fue considerado conspirador por los partidarios de que Rivadavia asumiera el poder para poner en marcha un plan de modernización que -aparentemente- chocaba contra ese cierto conservadurismo nacionalista que se le atrubuía a quienes entendían que las gestas militares sanmartinianas debían ser la base de toda América.
Cosí cosí. Mezzo mezzo. Más o menos.
Matriano Oropeza en Ser Argentino, hace referencia a los encuentros entre ambos líderes en 1824, meses antes de que el Libertador emprendiera su viaje a Europa, para pasar etapas en Bélgica e Inglaterra e instalarse, luego, en Grand Bourg, en las afueras de París.
San Martín mantuvo conexiones con otros líderes sudamericanos exiliados, como Simón Bolívar. Sin embargo, sus ideologías y enfoques políticos a veces chocaron, ya que San Martín era conocido por sus puntos de vista más moderados sobre el gobierno y el papel de los líderes militares en la política.
Mientras vivió en Grand Bourg, cerca de País, el general se vínculó con personalidades muy destacadas de la cultura, la política y la vida pública de la Europa de los grandes pensadores, los músicos del romanticismo y los genios de la Revolución Industrial. Es muy conocida su amistad con el compositor Gioacchino Rossini, creador de las óperas Guillermo Tell y El Barbero de Sevilla.
Durante sus años en Francia, San Martín se dedicó a escribir y reflexionar sobre sus experiencias. Escribió cartas, memorias y documentos que detallan sus campañas y pensamientos sobre la gobernabilidad. También mantuvo correspondencia con varias personas sobre su visión del futuro de América del Sur. Siempre se negó a involucrarse en las luchas de poder y los conflictos que siguieron. Rechazó ofertas para dirigir ejércitos o participar en cargos políticos en varios países. El tiempo del general en Francia se caracterizó por su decisión de centrarse en asuntos personales. A pesar de su relativo retiro de la vida política, siguió siendo respetado en toda Europa por su papel fundamental en la liberación de las naciones sudamericanas del dominio colonial.
Finalmente, llegó la etapa Boulogne Sur Mer. Allí, junto al viejo Jefe de Granaderos, se instaló su hija Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada con su esposo Mariano Balcarce y las dos nietas del general, María Mercedes y Josefa «Pepita» Dominga Balcarce San Martín. La mudanza sobrevino por la necesidad de alejarse de la violenta ebullición política que se vivía en París ante el advenimiento de la Segunda República.
El -con justicia- llamado Padre de la Patria, falleció el 17 de agosto de 1850, a los 72 años. Su muerte marcó el final de un capítulo significativo en la historia sudamericana. Dejó un legado de liderazgo militar y entrega a la causa de la independencia, así como una visión de una América del Sur unida e independiente que -prácticamente- ninguno de sus camaradas de la superioridad castrense, compañeros y herederos de armas respetaron en su totalidad en 160 años de vida militar argentina. Recién en 1987, cuando la Fuerzas Armadas quedaron en evidencia ante la sociedad, como el principal factor de la decadencia emanada del abuso de poder en la segunda nación más rica de la tierra, comprendieron que nunca habían estado a la altura del legado del Capitán General San Martín.
Detalles sobre el traslado y repatriación de los restos del General José de San Martín desde Francia a Argentina.
Tras la muerte del general San Martín en Francia en 1850, sus restos fueron enterrados inicialmente en el cementerio de Boulogne-sur-Mer. Sin embargo, su deseo era ser enterrado en su tierra natal, Argentina. No fue hasta más de un siglo después, en 1950, que se inició el proceso de repatriación.
Estos son los pasos clave en el traslado y repatriación de los restos de San Martín:
La Determinación
En 1947, el gobierno del presidente Juan Domingo Perón decidió repatriar los restos del General San Martín como parte de un homenaje al Centenario de su muerte.
El proceso de repatriación involucró negociaciones diplomáticas entre los gobiernos francés y argentino. En 1950, se creó una comisión especial para supervisar la transferencia. Los restos fueron exhumados del Cementerio de Boulogne-sur-Mer y en Francia se realizaron una serie de actos en honor a la memoria de San Martín.
El viaje
Los restos de San Martín fueron colocados en un sarcófago especialmente diseñado y colocados a bordo del buque naval argentino ARA «La Argentina». El barco llevó los restos a través del Océano Atlántico a Buenos Aires, Argentina.
El barco arribó a Buenos Aires el 28 de mayo de 1951. La repatriación fue recibida con un gran sentido de orgullo nacional. Los restos fueron trasladados a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, donde fueron recibidos con un funeral de Estado y honrados por miles de ciudadanos que les rindieron homenaje.
Días más tarde, los restos de San Martín fueron trasladados al actual mausoleo construido para él dentro de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires. El mausoleo, conocido como la «Capilla San Martín», se convirtió en su última morada.
La repatriación de los restos de San Martín fue un acto significativo en la historia argentina. Simboliza el, por entonces, profundo respeto y agradecimiento que el pueblo de la Nación le tenía, por el extraordinario rol del Capitán General en el logro de la afirmación de la Independencia. A la ceremonia y posterior entierro asistieron oficiales de alto rango, representantes militares y público en general. Se trataba de un tiempo en el que, aún, a los militares se les creía. El mausoleo de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires sigue siendo un lugar de peregrinación y reverencia para algunos argentinos que comprenden lo que signofica honrar la memoria de quienes se lo merecen, sin necesidad de que estén todo el tiempo insisténdoles en darle a entender dónde está lo importante de la historia.