Pasamos el primer sofocón de un tiempo muy convulsionado.
Según encuestadores y consultores, ¿qué tiene en cuenta un votante de un país desarrollado y qué considera un residente del tercer mundo a la hora de votar por las autoridades?
Todo puede variar, ampliamente, según sus experiencias individuales, valores y el contexto de su país. Sin embargo, existen algunas tendencias y factores generales que pueden influir en los votantes tanto en los países desarrollados como en desarrollo.
La Argentina tiene una población cada vez más ajena al significado la Democracia como concepto (sin contar el precio pagado para que se recuperara de manera, supuestamente, definitiva). Pero ese será un tema que trataremos de manera personalizada en reporte aparte.
Los votantes de los países desarrollados dan prioridad a las posiciones de política y las soluciones propuestas a los problemas actuales. Pueden centrarse en temas como la atención médica, la educación, la economía, el cambio climático y la justicia social.
El sostén de la estabilidad económica, las oportunidades laborales y el crecimiento de los ingresos son preocupaciones cruciales para los votantes de los países desarrollados. A menudo evalúan cómo los planes económicos de un candidato se alinean con sus aspiraciones financieras personales.
Se suele observar la postura de un candidato sobre cuestiones sociales como los derechos LGBTQ+, la igualdad racial, la igualdad de género y las políticas de inmigración. Se valora a los candidatos que exhiben cualidades de liderazgo, competencia y la capacidad de manejar crisis de manera efectiva, mientras que se espera transparencia en las operaciones gubernamentales y un compromiso de rendición de cuentas para prevenir la corrupción y el mal uso del poder.
En simultáneo, en un país cuya mayoría abrumadora coincida en sus elevados valores personales, los votantes no necesitan desconfiar se ninguno de sus candidatos acerca de este tema, ya que, si todos conocen las raíces propias de a moral de un pueblo, cualquier aspirante al poder estará alineado en valores e ideología con los suyos, particularmente en cuestiones morales y éticas.
En cambio, entre las consideraciones de los Residentes en Países en Desarrollo como la Argentina, se priorizan necesidades básicas como el acceso a agua potable, atención médica, educación y (hoy, una quimera) vivienda asequible.
Se buscan candidatos que puedan abordar estos problemas urgentes, que prometan reducir la pobreza, mejorar las condiciones de vida y crear oportunidades laborales y que apunte, que más no sea un un poco, al desarrollo de infraestructuras básicas, cuestiones como el transporte cuando está retrasado y el agua, la electricidad cuando no llega a todos.
En lña Argentina y otros países como el nuestro, la corrupción y la gobernabilidad han sido el factor de su propio empobrecimiento. Por eso, quienes se muestran en lucha contra la corrupción y presentan alguna garantía de una gobernabilidad, ganan votos. Si un candidato consigue demostrar su capacidad de transparencia, habrá dado un paso importante en su deseo de alcanzar el poder en países en desarrollo, donde se buscan líderes que promuevan un gobierno justo y responsable.
Por supuesto que la seguridad se lleva todas las fichas cuando la violencia gana terreno en los países vulnerables. Muchos residentes de estas naciones enfrentan desafíos de seguridad. Los candidatos que pueden prometer seguridad y estabilidad pueden obtener apoyo.
El crimen puede provenir de la delincuencia común emanada de la propia pobreza estructural y también de la inestabilidad política. La Argentina conoce a la perfección ambos orígenes del delito enquistado.
La representación local y cultural es una de las más extrañas rutas para tomar una decisión de voto: en la Argentina y en varios países con escasa capacidad reflexiva, los votantes pueden verse influenciados por candidatos que provienen de su comunidad local y entienden su contexto cultural. Lo más indigno de esa tendencia resulta ser la especulación de los candidatos que alimentan falsas expectativas en la gente que los vota por alguna supuesta cercanía
Relaciones exteriores: en algunos casos, los votantes pueden considerar el enfoque de un candidato sobre las relaciones exteriores y la ayuda internacional, ya que pueden afectar el desarrollo y la prosperidad del país.
Es importante tener en cuenta que los factores anteriores no son exhaustivos y pueden variar mucho según el país específico, su panorama político, el contexto histórico y las personalidades de los candidatos. Además, los términos «desarrollado» y «en desarrollo» pueden ser polémicos, y los términos preferidos suelen ser «países de ingresos altos» y «países de ingresos bajos y medianos», respectivamente, para evitar la perpetuación de estereotipos.
La Argentina tiene su propio conjunto único de consideraciones que los votantes pueden tener en cuenta al elegir autoridades.
Con semejante historial de volatilidad económica, incluidos períodos de alta el hipeinflación y crisis de deuda, cualquiera que lo observa desde otro lugar del mundo puede creer que el votante argentino le daría prioridad a los candidatos que ofrecen planes creíbles para la estabilidad económica, la creación de empleo y la reducción de la pobreza.
La intención del votante puede ser ésa. Pero la vieja frase de que en la Argentina había 28 millones de directores técnicos de fútbol y 28 millones de ministros de Economía, ya nadie la dice. En nuestro país, la ignorancia generalizada acerca de temas fundamentales es aterradora. La inmensa mayoría de los argentinos de la tercera década del siglo XXI, no sólo no sabe cómo se solucionar los problemas estructurales de la Argentina, sino que no tiene idea de qué es lo que nos pasa.
En 1982, durante la campaña presidencial, Raúl Alfonsín, dirigiéndose a los jóvenes (y arriesgando, posiblemente y con dignidad, parte de su propio posible caudal de votantes) les proponía: «Muchachos, no sigan a hombres… sigan a ideas»).
Hoy, hay decenas de miles «noveles ciudadanos» que no conocen el significado de la palabra «ideología» -a la que confunden o igualan con «idea».
El rol del Estado es parte de la maraña de confusiones que suelen tener los dos sectores políticamente reduccionistas de la sociedad. Un ejemplo es la jactancia que operadores de estos dos bloques ideológicos suelen tener acerca cómo resolver la necesidad del acceso a servicios públicos de calidad, como atención médica y educación.
Tanto la privatización compulsiva de servicios como la defensa ciega de la opción que sea el Estado el único que los asuma, es no trabajar como corresponde.
¿Y qué significa trabajar como corresponde?
Significa trabajar.
Significa trabajar en serio, pensando, todos los días, en formas de renovación que mejoren las prestaciones, corrigiendo errores, eliminando fórmulas vetustas de operatividad y generando nuevas.
Trabajar para gobernar es pensar bien y actuar en consecuencia.
Hay pruebas de sobra que indican que la totalidad de los presidentes que nos gobernaron desde 1989 a la fecha han demostrado que los planes a futuro presentados en cualquier aspecto de gobierno llevaron un promedio proyectado a 5 meses y ninguno no superó los 17 meses de previsión, como máximo.
Privatizarlos sin medir las consecuentes mermas de calidad , dada la tendencia que demostrarán las empresas adjudicatarias en salvar su negocio antes que brindar lo que
, es una preocupación para muchos votantes. Los candidatos que prometen mejoras en estas áreas pueden obtener apoyo.
Polarización política: La política argentina a menudo se ha caracterizado por la polarización entre diferentes grupos ideológicos. Los votantes pueden alinearse con los candidatos que perciben como representantes de sus creencias y valores políticos.
Corrupción y rendición de cuentas: Abordar la corrupción y garantizar la transparencia en el gobierno es un tema importante para los votantes argentinos. Los candidatos que enfatizan la lucha contra la corrupción y el fortalecimiento de las instituciones pueden resonar entre los votantes.
En cuanto al contexto histórico, la Argentina tiene una historia de agitación política y violaciones de los derechos humanos, incluida la dictadura militar en las décadas de 1970 y 1980. ¿Los votantes pueden considerar la postura de un candidato sobre los derechos humanos, la justicia sin dejar diluir la responsabilidad histórica?
Si bien los temas relacionados con la justicia social, la igualdad de género y los derechos LGBTQ+ han cobrado importancia en los últimos años, los candidatos que dan prioridad a estos temas no tiene garantías de atraer a los votantes apasionados por la igualdad social, debido a que no hay una definición absoluta acerca de qué es lo que hay que proyectar respecto de esta políticas para que esas personas estén satisfechas con lo que los gobiernos puedan ofrecerles.
Agricultura y Recursos Naturales: Argentina es un importante productor y exportador agrícola. Las políticas agrícolas, el uso de la tierra y las preocupaciones ambientales podrían influir en los votantes, especialmente en las zonas rurales.
Y las relaciones internacionales, siempre impactan la economía argentina y su posición global, no hay una concientización definitiva por parte de ninguna agrupación política que lleve a los votantes a considerar el enfoque de un candidato sobre el comercio internacional, la diplomacia y las alianzas, debido a que, por obvias razones, los temas internos dominarán el espectro de atención nacional por, al menos, varias décadas más.