La gran reflexión de Mariano Moreno «Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía.» ha colapsado.
Moreno, fuertemente inspirado en el contenido de El Contrato Social, la joya de Jean Jacques Rousseau, pergeñó para la edición que había traducido del francés, la frase que hoy bien podría pasar a ser parte de un nuevo Himno Nacional.
En una provincia en la que llegaron al punto de burlarse del pueblo aborigen poniéndoles -para que tengan DNI «prestado» y digitar su voto- nombres de personajes de historietas o de artistas famosos fallecidos, ni siquiera tienen la opción de ver que el nombre del que les miente en la cara, cambia. Ni siquiera mudan de tiranos.
Serán 32 años.
¿Realmente el pueblo lo ama y, aunque vivan en la más profunda de las pobrezas, están tan contentos con su seudomonarca? ¿o es que están atrapados en algún laberinto maldito que los lleva a «temer» algo peor y no logran verlo?
Como resultado, acuñamos certeza de que la frase «Los Pueblos Nunca se Equivocan» es una de las premisas más hipócritas que pudieron esgrimir, desde la política, los que siempre encuentran el hueco para acceder a los andariveles del Poder, sin mayores objetivos que los de los beneficios próximo, cercano y personal.