No es que estemos en contra de la celebración del Día del Beso. Por supuesto que -a simple vista- nos resulta simpático, estimulante y hasta encantador. Pero en días como los que estamos viviendo en Argentina, con que nos encontremos en una jornada sin crímenes, sin abusos sexuales o violaciones, sin chicanas politiqueras, sin escándalos mediáticos que distraigan más de la cuenta a estudiantes y trabajadores y sin saltos inflacionarios que agreguen agujeros a nuestro vulnerados bolsillos, ya tendremos una fresca sensación de alivio con la que nos sentiremos conformes.
La anterior fue la Semana Santa. Venimos del beso de Judas.
Y sentimos que aún lo tenemos cerca.
Peor: sentimos que el ego de funcionarios y adversarios parece ser más significativo que las necesidades de millones de compatriotas.
Por eso, no nos importa que venga nadie a reflotar, de Roberto Galán, su histórica premisa «hay que besarse más».
Ya exageraba Adrián Ortega en el pasodoble El Beso*, cuando después de afirmar: «la española cuando besa, es que besa de verdad» para terminar pretendiendo demostrar que ella tiene un control imaginario, de fantasía: «la puede usted besar en la mano o darle un beso de hermano y así la besará cuanto quiera, pero un beso de amor no se lo dan a cualquiera».
Raro.
No se conoce mujer -española ni de ninguna nacionalidad- que acepte que le besen indiscriminadamente la mano o la sometan a una andanada de besuqueos en la mejilla, supuestamente aceptando como norma de convivencia que una canción popular diga: «la besará cuanto quiera».
De todos modos, elegir esta fecha como Día Internacional del Beso para homenajear a una pareja de Tailandia que, en 2013, estuvo más de 58 horas besándose, se presenta como algo altamente discutible, sobre todo para quienes valoran el momento del inicio del beso como un instante tan sensacional, que desean repetirlo tantas veces como para inundarse de ese cálido escalofrío que no podría lograrse con un interminable encuentro de labios, por ejemplo, durante 58 horas continuas.
Va en gustos.
* El Beso. Letra de Adrián Ortega y música de Fernando Moraleda Bellver
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