La crónica de una promotora turística internacional establece, con una sensible descripción, un marco inmejorable para inaugurar la estación que justifica -con plenitud- el mismísimo nombre de la capital argentina.
El otoño en Buenos Aires es un sueño. Las temperaturas se mantienen lo suficientemente frescas como para permitir un amplio recorrido a pie (que es realmente la mejor manera de verlo todo) y los parques más hermosos de la ciudad están envueltos en un caleidoscopio de colores.
Los días son un poco más cortos y las noches más frescas (pero no frías, una chaqueta ligera para una cena al aire libre es todo lo que necesitas) y además, considerando que probablemente pasarás las noches empapándote de espectáculos de tango en bares y restaurantes tradicionales, eso ciertamente no debería arruinar tus planes.
Encontramos que BA en abril es evocador, romántico y simplemente encantador.
Siempre sostuvimos que el otoño es la estación que mejor le sienta a la Reina del Plata. Lo que no sabíamos era que esa comprobación la tenían tan bien masticada los especialistas en recomendaciones turísticas.
Este detallecito sobre nuestra ciudad, como parte del completísimo reporte de Laura Pattara sobre variados puntos de América del Sur, es uno de esos llamados de atención como para que -cada tanto- le escapemos a la realidad econmómica que nos golpea a diario y podanmos valorar algunas de nuestras perlas permanentes