• Diario 5 -Buenos Aires, domingo 16 de marzo de 2025

Entre las constantes observaciones que muchos dirigentes realizan tanto sobre los grupos políticos adversarios como sobre los propios, nunca nada fue tan fuerte, directo y profundo como cuando Luis Juez ensayo la más escandalosa autocrítica como sociedad. Claramente dijo: «somos un pueblo de mierda».

¿cuál fue el problema mayor?

Sin ninguna duda, lo peor que ocurrió en aquella oportunidad fue la reacción de una caterva de cocoritos que salieron a quejarse hipócritamente de la imagen social que damos, tan abiertamente expuesta.

Las reacciones por la frase «¿que mirás, bobo?» pronunciada por Lionel Massi, dado que mientras lo estaban entrevistando para la televisión, el jugador holandés Wout Weghorst parece habérsele inoportunamente acercado, por ahora, tienden a demostrar la satisfacción popular.

Es cierto que hay un periodista del diario La Nación que criticó al capitán argentino, tildándolo de vulgar y que es el mismo que había escrito el libro «Messi el Patriota». Es obvio que el campeonato mundial de los hipócritas lo gana a este hombre por lo tanto no lo tomaremos ni siquiera en cuenta, en esta oportunidad.

Lo que queremos remarcar es que, en la medida en que el equipo argentino se presenta ganador, todo tipo de reacción que parezca justiciera tendrá una aceptación popular que supere el 85 por ciento. Como sabemos perfectamente que en el caso de que si el equipo nacional tuvieron traspié, ese 85% de ultra aceptación que los muchachos del seleccionado argentino tienen, incluyendo cualquier tipo de reacción humana que pueda ser considerada observable en cuanto detalles de conducta, caería a apenas el 35%, las cuentas dan correctas: Luis juez está, por lo menos, en lo cierto tomando en cuenta la exacta mitad de la población.

Es demasiado temprano para poner una lupa sobre Lionel Messi y recordar la absoluta comprobación sociológica de que el pueblo se devora a sus ídolos. Pero algún día lo hará. Más, tomando en cuenta que se trata del pueblo argentino, nada menos. Sí, claro, no estamos hablando de la totalidad de ese pueblo. Estamos señalando con el dedo a la mitad, es la invisible mitad que coincide como tuerca y tornillo con la premisa de Luis Juez.


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