El Día del Abogado se celebra en homenaje a uno de los hombres que pensaron la estructura a la que la Argentina podría ceñirse para crecer como un Estado pleno de soberanía y potencialidad, atravesando todas las etapas necesarias hacia todos los desarrollos posibles. Es indudable que – luego de un siglo y medio, quedó demostrado que todo lo planteado por Juan Bautista Alberdi para darle continuidad a las bases de la vida nacional tuvo tres posibles efectos.
– Los que lo sucedieron nunca entendieron de qué se trataba lo que había que hacer.
– Los esfuerzos por alcanzar sus ideales no fueron suficientes.
– Hubo demasiados dirigentes a os que les importó un carajo el legado alberdiano
Muchas de las políticas que dieron forma a la política y la sociedad argentinas en la segunda mitad del siglo XIX, en particular el proyecto detrás de la constitución de 1853 y sus propuestas de políticas de inmigración, se remontan al abogado, publicista y pensador político Juan Bautista Alberdi (1810-1884). En gran medida, Alberdi se apropia del pensamiento del doctrinario francés. En el joven Alberdi se ve un fuerte énfasis en el historicismo del doctrinarismo. Ya en etapas posteriores, Juanba reajusta el pensamiento doctrinario a su tesis sociológica central. Es esta versión ya más débil del pensamiento del Doctrinario francés, junto con una serie de valoraciones negativas sobre la población argentina, lo que finalmente llevó a su propuesta de confiar en la ingeniería demográfica como un medio para infundir vida a la constitución democrática argentina.
No es nada fácil. Lo que hoy llamamos grieta es lo que a mediados del Sigo XIX llevó a unitarios y federales a recontracagarse a tiros por unos impulsos ideológicos para armar las bases de la Argentina. Por supuesto que se trataba de una puja de intereses innconciliables. Es que en el país que armamos, la mayoría de los intereses creados se contraponen de manera irreconciliable con -por lo menos- otoes tres o cuatro grupos de intereses o ideales y todos dicen que persiguen el bien común.
Lo frustrante es que en muchos países a los que les sucede que también tienen divisiones ideológicas, de intereses comerciales, religiosas y culturales que dejan en claro un panorama interno complejo para la convivencia, con guerras en su haber y mucho muertos encima a paso de su historia, están más preparados para las amalgamas conciliatorias a todo nivel, exactamente lo contrario del aire que se respira en nuestra tierra con referencia a cómo toma cada argentino a aquel que piensa diferente. El mismísimo Juan Bautista Alberdi tiene, hoy, por sus escritos, parte de avanzado ya el Siglo XXI, detractores desde la derecha y desde la izquierda. Liberales y ultraestatistas encuentran «agujeros» en su pensamiento que -supuestamente- pueden perjudicar a la Patria y beneficiar a sus enemigos o a quienes, para cada uno de los antagónicos grupos, son sus opositores, es decir, las «lacras parasitarias que destruyen la propia esencia de la Patria».