Las estatuas que Lola Mora esculpió para los laterales del edificio sufrieron los vaivenes de los desacuerdos argentinos.
El frente del palacio del Congreso Nacional atraviesa una nueva etapa de blanqueo. Ya entre 2020 y 2021 se observaron los trabajos realizados sobre las paredes, columnas, bordes de ventanales y molduras llegan al frente de la avenida entre ríos y cuyo tono grisáceo generaba un interesante contraste con el blanco de las dos estatuas de lo la mora ubicadas cada una delante de las rampas de acceso y salida de vehículos en la entrada principal.
Hoy, con el excesivo blanqueo del frente del edificio, el contraste con las esculturas, se ha perdido. Por supuesto que la nueva capa va más al detalle y deja una sensación casi perfeccionista pero no era necesario tanto tratamiento estético. El enarenado anterior estaba mejor. No debemos olvidar que el tono natural del palacio debe conservar su gris natural, porque se trata del tono original de las piedras con las que se fabricaron las grandes placas calizas para el armado de la fachada. Hay una exageración que puede llegar a perjudicar todo el trabajo de mejora de imagen del congreso.
Las estatuas realizadas por Lola Mora, como es habitual en la Argentina, generaron una inconducente polémica a partir de los desnudos que integraban el bellísimo combo artístico realizado por la consagrada escultora. Increíblemente, en 1916, las dos obras –en las alas norte y sur del atrio del palacio- fueron retiradas a partir de aquel ser discusión, que terminó demostrando la inmadurez de la sociedad Argentina, apenas disimulada por la gran riqueza de la nación generada con la exitosa venta de alimentos al mundo. Lola Mora acordó con el gobierno de Jujuy y las estatuas viajaron a San Salvador en el año 1927 quedaron en los jardines de la casa de gobierno provincial.
Pasaron décadas para que desde el congreso nacional se dieran cuenta de que era necesario recuperar las. Jujuy puso reparos y con justicia: ellos habían valorado lo que la nación no supo, no pudo o no quiso apreciar.
Finalmente, el arrepentido congreso de la arrepentida capital Argentina se debió conformar con dos reproducciones de las esculturas originales, las que –luego de tantos años a la intemperie jujeña- entraron en un proceso de restauración especial.
Más allá del vínculo visual entre las estatuas y al frente del edificio, el trabajo de blanqueo eleva la jerarquía señorial del edificio de estilo neoclásico más impactante que se haya construido en la Argentina.
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