Si no asumimos lo que nos compete, difícilmente podamos dilucidar qué es lo que estamos en condiciones de reclamarle a las autoridades. Peor aún sería que antes de tener que asumir alguna de nuesyras responsabilidades como ciudadanos nos encontremos con que no tenemos ni la más mínima idea de lo que eso significa.
En la mayoría de los casos de atacar los contenedores de basura, como el que se muestra en la imágenes tomadas en Humberto I y Rincón, la amalgama de ignorancia, desidia y mala leche dominan el diagnóstico.
Para quienes pasamos el medio siglo de vida no será posible ver otra cosa.
Y ya es muy difícil revertir la tendencia, como para que quienes hoy tienen 30 a pura energía y están dispuestos a vivir con cierta dignidad urbana, se encuentren con que desde el Estado se obtenga el resultado de un plan para -más o menos- educar a los trogloditas que, indolentemente, pueden seguior viaje por la calle después de dejar este descalabro disparador de infecciones, entre otras decenas de riesgos para los demás.
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