Se cumplen 40 años de la inconmensurable manifestación que el pueblo argentino llevó a la Ciudad de Luján ante el Papa Juan Pablo II, cuando se presentía que los asuntos referidos a la irracional guerra que un puñado de forzados jóvenes compatriotas libraban en las Islas Malvinas contra el Reino Unido, no iban tan bien como venía pregonando el cínico gobierno militar durante los 70 días anteriores.
En mayo de 1982, el Papa Juan Pablo II tenía en su agenda -prevista desde principios de año- una visita al Reino Unido. La situación era muy incómoda para el pontífice y para toda la geopolítica, de la que el Vaticano participaba muy activamente, que en medio de una guerra, no equilibrara las cosas y visitara la Argentina.
Pero había más motivos para aterrizar en Ezeiza lo antes posible: En Europa, todos los altos mandos sabían algo que aquí no: Inglaterra estaba a`punto de liquidar el conflicto bélico y dejar al descubierto en la Argentina una situación que cambiaría la historia para siempre.
Las tragedias, los muertos y todas las pérdidas que, por entonces, se lloraban en nuestro país, apenas eran un puñado frente a lo que se vendría y la mayoría ni sospechaba.
Aquel 1982, el año del fin de la inocencia argentina, nuestra gente necesitaba, al menos, una voz que abrigue el alma y -dado el contexto inminente de la derrota- un consuelo anticipado para el duelo que se avecinaba.
La Misa en la Basílica de Nuestra Señora de Luján presidida por Juan Pablo II el 11 de junio de 1982, congregó a 800 mil personas.
Fue el segundo encuentro religioso más grande de la historia argentina, ya que el más importante se produjo al día siguiente, en la Ciudad de Buenos Aires
El 30 de mayo, en Coventry, Inglaterra, habían asistido otras 350 mil.
El Papa, en esos días hizo orar por la paz a más millones de personas de todo el mundo, por ambas naciones en conflicto.
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