En el Día del Periodista y en un tiempo de mucha tergiversación, resulta sano todo intento de sinceramiento y transparencia conceptual sobre una actividad tan universalizada.
Algunas teorías definen al periodismo como la recopilación de datos nuevos o actuales, editándolos y publicándolos con cierta regularidad para el público en general o para ciertos grupos de audiencia. Se trata de datos que suelen ser de interés general, en particular sobre temas como la política, la economía, los deportes, las artes, las cuestiones sociales, las novedades de la ciencia, la cultura y la seguridad, además de fenómenos repentinos muy negativos y, en menor medida, positivos (por ejemplo, accidentes).
El periodismo incluye reportar noticias. Un periodista recopila y procesa las noticias para el lector, espectador u oyente. El periodismo reúne las disciplinas de recopilar, revisar, informar y analizar noticias, datos asociables a una instancia coyuntural de interés o -simplemente- establecer una cadena de conceptos acerca de un asunto atendible en lectura, audición u observación, presentada públicamente a partir de los procesos intelectuales que muestren el producto como información plana, análisis u opinión. Un reportaje periodístico debería responder -en primera instancia y con una lógica que apunta al deseo de saber algo en particular- a las preguntas quién, qué, dónde, cuándo, por qué y cómo (= las cinco W + H, en inglés).
Las opciones expuestas acerca de los procesos intelectuales por los que puede atravesar una información, dejan en claro que existen dos formas principales de hacer periodismo: informar los hechos de la manera más neutral y objetiva posible o rodear los datos con comentarios complementarios, cuyo objeto conlleve alguna intención ulterior.
Por cierto, hay otras varias definiciones de periodismo. Las versiones más modernas de la actividad apuntan que la profesión es una cadena que incluye recopilar, transmitir, difundir, comentar noticias y describir eventos. Los diversos medios para hacer llegar la noticia o la información al destinatario se multiplicaron y muestran múltiples cambios desde el inicio de este siglo, por lo que – con sólo tomar ese aspecto- se deduce que en la actualidad la propia definición del periodismo, a nivel global, tiene detalles cambiantes.
Es fundamental prestarle atención a algunos aspectos para el ejercicio del periodismo, considerado una profesión liberal que, si bien se mueve en un vasto campo protegido por la mayoría de las constituciones del mundo identificado como libertad de prensa, requiere de manejar con pericia la objetividad en todos los temas que trata y no vulnerar los naturales límites que la comunicación debe respetar, especialmente, para cumplir con una ética universal a la que se debe atener. Estos límites son propios de la profesión y de las discusiones internas de la actividad cuando apunta -eventualmente- a obtener medidas de autorregulación, pero jamás deben ser impuestos por ninguna autoridad política.
Que el periodismo sea visto como una profesión liberal, significa que no existe una restricción formal a su práctica por parte de los gobiernos de muchos países occidentales, ni siquiera por exigencias a los profesionales. Este es formalmente el caso en los Países Bajos y Bélgica: todos pueden llamarse periodistas y ejercer el periodismo. En algunos otros países, se requiere una formación especial para poder ejercer el periodismo, posición muy discutida por quienes defendemos el libre ejercicio del periodismo desde el mismísimo momento del surgimiento de la decisión que dispara la propia vocación o una necesidad circunstancial de realizar un trabajo periodístico, aunque sea el único en la vida del interesado.
La libertad de prensa, que abarca la libertad de realizar y publicar el fruto del ejercicio del periodismo, es un factor indispensable para el buen funcionamiento de toda la cadena de comincacnión en el mundo. Este factor está garantizado en la constitución de la mayoría de los países occidentales. En general, la independencia de los editores se establece en los convenios colectivos de los medios con un estatuto editorial. La objetividad es otra, y está íntimamente relacionada con la independencia económica y la capacidad de mantener el pluralismo de prensa.
La objetividad debe ser comprobable por los lectores, oyentes o espectadores. Por lo tanto, los periodistas involucrados se ajustan expresamente a
-una premisa objetiva,
o a
– una premisa no objetiva de un medio que sea abiertamente conocida y sin trampas.
Naturalmente, el periodismo también tiene claras limitaciones. Las hay propias de la autorregulación y de las otras:
- La calidad de los periodistas y su formación, si la hubiere.
- La calidad de los medios (integridad, objetividad, velocidad y precisión)
- Las condiciones en el país donde trabajan los periodistas (los gobiernos)
- La necesidad de noticias del público (esta necesidad, según algunas teorías, ha disminuido drásticamente en los últimos años debido al crecimiento de la llamada ‘cultura del disfrute’. Y la lectura que la acompaña, claro está).
- La voluntad del público de recibir información crítica
- Códigos de conducta periodísticos (voluntarios) (como el código de Burdeos)
- Procedimientos de quejas en los medios de comunicación (defensores del pueblo) o más allá (Consejo de Periodismo o tribunales)
- Las condiciones fisicas. En países grandes y países con infraestructura deficiente, por ejemplo, a veces es imposible llegar rápidamente. Sin embargo, las líneas pueden acortarse cada vez más con los teléfonos inteligentes y las redes sociales. El periodismo ciudadano también está en auge.
- Las condiciones económicas (en los Países Bajos y Bélgica, por ejemplo, los periódicos locales se están reduciendo debido a los costos y
- La lectura relativamente altos)
- La «Legislación previa a la publicación» (= impugnar la publicación de un artículo o libro con mucho dinero y abogados porque violaría los intereses de alguien: por ejemplo, la publicación del libro sobre el asesinato de Dulcie September en Sudáfrica y Francia difícil).
Hay más.
El periodismo es a menudo visto como el «cuarto poder» en un estado democrático, detrás de los poderes oficiales, es decir el legislativo, el ejecutivo y el judicial. En los países que reúnen las condiciones lógicas de convivecia, podría decirse que el buen funcionamiento del periodismo se obtiene de manera independiente de los poderes oficialmente establecidos.
El periodismo en el sentido actual de la palabra surge en el siglo XVII con el auge del comercio y la necesidad de información actualizada al respecto. Mientras tanto, ha adquirido reconocimiento social por recopilar y difundir información mayoritariamente nueva para el público, así como por interpretarla y comentarla. Esta función social también se puede ver claramente desde la aparición de los primeros periódicos en el mundo en llevar ese nombre: cuanto más amplia y objetiva era la información, más éxito tenía el periódico.
En el siglo XXI, se ha vuelto común en el mundo occidental la opinión de que el periodismo es indispensable para el funcionamiento de la sociedad y, en parte, para el seguimiento crítico permanente y la información libre de cualquier forma de poder, ya sea político, financiero, económico, militar o físico. Un ejemplo sorprendente de esto es el llamado «Escándalo Watergate», en el que miembros del Partido Republicano y miembros de la CIA fueron arrestados por irrumpir en una oficina de campaña del Partido Demócrata. El asunto fue denunciado por los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein en su periódico, Washington Post. Como efecto dominó, el caso condujo a la renuncia del entonces presidente norteamericano, Richard Nixon.
El periodismo también plantea problemas, como se desprende del modo en que algunas «revistas del corazón» (no vale la pena dar ejemplos) publicar historias a veces muy infundadas, que pueden ser muy dañinas para los involucrados.
La lupa que usa el periodismo para panear la realidad es, muchas veces, observada por otras lupas. Y es imposible evitarlo
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