Hoy se le rinden homenajes en todo el mundo al apicultor más lúcido de la Europa del Siglo 18, creador y generador de la mayoría de las técnicas conocida hoy en todo el mundo para el tratamiento de las abejas, de tal modo que logren producir miel en cantidad, evitando stress y afecciones innecesarias.
Anton Janša (1734-1773) fue un apicultor y pintor esloveno, considerado el padre de la apicultura moderna y experto agricultor. Se formó en las artes plásticas y enseño apicultura en Viena a los miembros de la corte de los Habsburgo.
Los padres de Anton Janša eran eslovenos. La fecha del 20 de mayo de 1734, en realidad, corresponde a su bautismo. También estudiaron pintura sus hermanos. En todos los registros de la vida de los hermanos Janša se destaca que eran analfabetos y que -así y todo- fueron a Viena a estudiar en la academia de pintura.
Quien sí se dedicó a la vida de artista plástico y docente en tal materia fue su hermano Lovro, mientras que Anton, se fascinaba con el trabajo de las abejas, su organización y la sorprendente precisión que demostraban para el desarrollo de sus panales.
La apicultura formaba parte de la cultura de su pueblo. Los campesinos aportaban sus experiencias en sus encuentros sociales y Anton aprendía de todos y aplicaba sus conocimientos en los colmenares que eran propiedad de su padre.
En 1769 ya era un apicultor senior. En 1770 un decreto real lo designa profesor de apicultura, en simultáneo con el trabajo de las abejas de los Augarten, bellísimos jardines llenos de abejas pertenecientes al imperio.
Anton Janša alcanzó conocimientos muy profundos sobre el comportamiento de las abejas, sus ciclos y organización. Sus libros “Discusión sobre el nacimiento de las abejas, de 1771) y “Guía completa de apicultura”, editado después de su muerte, en 1775 fueron los aportes más importantes del Siglo XVIII, con sustancial valor absoluto a través del tiempo.
Janša combinó la observación técnica con una sensibilidad personal y ecológica tan constructivas, que sus libros se transformaron en las bases del desarrollo apiculturista, primero del imperio –a partir de un alto interés de la propia emperatriz María Teresa I de Austria- y luego del resto del mundo.
La Guía completa de apicultura invita al lector a una reflexión espiritual cuando indica que las especies de abejas son “una especie de mosca obrera, creada por Dios para proveerle al hombre la miel y la cera que necesita”. Janša considera que “entre las criaturas de Dios no hay ninguna tan trabajadora y tan útil para el hombre, que requiera tan poca atención de él”.
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