El pintor, crítico e historiador argentino Eduardo Schiaffino nació en 1858 y fue un valioso integrante de la legendaria Generación del 80. Fundó el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires e impulsó el desarrollo de la pintura en el país.
La imagen destacada corresponde a El Reposo (1889), impactante trabajo exhibido en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Schiaffino fue formado inicialmente por el pintor veneciano Giuseppe Agujari. Ya a los 18 años fue uno de los fundadores de la Sociedad para el Estímulo de las Bellas Artes, nombre inicial de la Academia Nacional de Bellas Artes. En 1884 viajó a Europa como corresponsal del periódico El Diario y publicó artículos sobre temas artísticos bajo el seudónimo de Zig Zag .
En 1891 fue uno de los fundadores del Ateneo de Buenos Aires, grupo dedicado a renovar la cultura hispanoamericana a través de la participación de ilustres figuras como Rubén Darío y Leopoldo Lugones. En 1895 obtuvo una victoria cuando el gobierno accedió a crear el Museo Nacional de Bellas Artes, un proyecto por el que había luchado durante mucho tiempo.
Fue su primer director hasta 1910 y aseguró la contribución de Auguste Rodin con numerosas esculturas para parques recién establecidos en Buenos Aires. La tendencia en la pintura que siguió durante este período fue hacia el simbolismo, que había criticado públicamente con altísimo nivel de polémica entre intelectuales e interesados en los temas de la cultura en construcción que experimentaba la Argentina. Igualmente, durante su mandato, adquirió un gran número de obras del controvertido género, para el Museo de Bellas Artes.
Schiaffino se dedicó, también, a realizar gestiones diplomáticas en Europa. En 1933 regresó a Buenos Aires y publicó su libro más importante La pintura y la escultura en la Argentina, un documento fundacional de todo lo que se conoce bajo registro en el país, referido a las artes plásticas.
El fallecimiento de Eduardo Schiaffino ocurrió hace 87 años, el 9 de mayo de 1935. Su figura, de singular importancia en el desarrollo de las argets en Buenos Aires y la Argentina toda, combinó su talento creador, su trabajo recopilador y el de su pluma para plasmar, nó sólo su gran libro de obligatoria consulta en el univewrso artístico y cultural, sino que interactuó con otros forjadores de las bases culturales del país, quedando los nombre de todos ellos grabados en el bronce grande, el que reúne la identificación de los propulsores de una nación sólida.
Eduardo Schiaffino es -y podrá discutirse con quienes posean argumentos que nieguen la teoría con sustento- uno de los grandes traicionados por las generaciones dirigenciales de la Argentina que ostentaron el poder tras su muerte, de la que hoy se cumplen 87 años.
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