El reclamo de un grupo de docentes por cambiar la fecha del Día del Maestro.
Se lo recuerda como se merece. Como un verdadero luchador de los derechos de los docentes. Con honor y con respeto. Con criterio nacional, sindical, político e institucional.
No se puede hacer politiquería sobre los muertos. Quienes cayeron por una causa, son nuestros muertos. Aunque no seamos no del mismo gremio, ni del mismo distrito, ni de la misma ideología.
Nuestros.
De todos.
Es indigno cargar hasta llevar de estandarte a una batalla a los caídos en otra. Por más que hayan sido nuestros compañeros, nuestros camaradas, nuestros amigos o nuestros admirados.
El maestro Carlos Fuentealba murió a manos de un policía durante un reclamo por mejores condiciones laborales, en 2007. Fue en el corte del puente Cipolletti-Neuquen. Había un gran grupo de docentes. No era otra cosa que un piquete y se esperaba una resolución desde el Ministerio de Educación de la Provincia de Neuquén.
El asesino se llama José Dario Poblete. En una acción que, en segundos, pasó de temeraria a irresponsable y de peligrosa a crininal, apunto su lanzador de granadas de gas hacia el el vehículo donde se encontraba Fuentealba. La poca distancia entre la posición de disparo del policía y la ventanilla del Fiat 147, donde se ubicaba el docente, convirtió al proyectil disuasivo en mortífero.
Homenajeamos a Carlos Fuentealba, hoy y siempre.
Pero cambiar el Día del Maestro del 11 de septiembre al 4 de abril, sería un nuevo -entre tantísimos- factor para desordenar nuestra propia comprensión acerca de por qué asumimos ciertas fechas a respetar. De ser como se propone, abriríamos decenas de posibilidades de cambios en el almanaque institucional argentino. La mayoría de las nuevas opciones que se presentan en la Argentina para discutir si una fecha es acorde o no para convertirse en recordatoria oficial, proviene de hechos luctuosos en el marco de diferentes luchas. Incluso pueden tener un aditamento ideológico, o no. Pero los motivos, casi siempre refieren a la recordación de la pérdida de una vida en pos de un bien superior.
Si resulta de singular importancia para la comunidad docente retirar la fecha que conmemora el fallecimiento de Domingo Sarmiento, educador y ex presidente, con todos sus claroscuros, para establecer como máximo momento del año en la actividad, el 4 de abril para recordar a Carlos Fuentealba, maestro que muere en la lucha colectiva contra la degradación de la profesión, debería discutirse (con todos los conceptos definidos y que nadie salga perdiendo, menos aún los alumnos) en un ámbito (podría ser un plebiscito digital) en el que se manifiesten los docentes, los 25 ministerios de educación del país y las autoridades de todos los colegios nacionales, provinciales, municipales y privados.
¿Hay ganas de hacerlo bien y que se defina de manera justa, equitativa y sin efectos posteriores que conlleven a nuevas discusiones, para terminar este entuerto de una vez y para siempre, como personas maduras?
Pensemos que si saliera bien, podríamos resolver unos cuento problemas causados por caprichos ideológicos y que aportan a que la Argentina sea un país cada día más complicado en el aspecto de la convivencia.
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