• Diario 5 -Buenos Aires, sábado 5 de octubre de 2024

Actos en todo el país

PorAlejandro Lacarra

Mar 24, 2022

Si pretendemos hacer prevalecer la memoria, no debe haber imágenes para el olvido.

Ocurre cada 24 de marzo. La democracia es el único sistema de gobierno y convivencia humana que ofrece las garantías necesarias para poner en marcha, a partir de ella, cualquier proyecto de nación, sociedad y pueblo.

El 24 de marzo de 1976 fue un día en el que -salvo en la zona de Plaza de Mayo y guarniciones militares- pareció no ser diferente al resto de los calurosos días que habían transcurrido desde diciembre de 1975. Los gospes de Estado era costumbre en la Argentina y, como Perón ya había fallecido y había una inflación que tenía molesta a la población, una buena porción de la sociedad – parte de la clase media poco analítica -dejó que los militares «hagan la de siempre».

A su vez, había una minoría bastante poderosa y poco profunda de convicciones nacionales, absolutamente satisfecha con el ascenso al poder de una Junta Militar. Detrás, el grupo mayoritario de los argentinos, votantes del gobierno que estaba cayendo, completamente divididos en sus opiniones, especialmente por inclinarse al deseo de salvataje económico, unos y a la lucha por mejorar la plataforma social, los otros. Era, a grosso modo «los peronismos»: resabio y efecto de un extraño momento histórico: la plaza del 1 de mayo de 1974, en la que dos grupos intestinos de un movimiento político se disputaban violentamente el espacio político en derredor de un mismo líder. Aquel día, Juan Perón se quedó con unos y no con otros, lo que, por un lado, sinceró todo el campo de su agrupación partidaria y, por el otro, abría la incertidumbre que podía derivar en el camino a un golpe de Estado.

La sociedad tardó varios años en ir dándose cuenta de cómo actuaban los detentores del poder desde 1976. Y la inmensa mayoría no se habría dado cuenta jamás si la improvisada aventura politiquera de echar mano, nada menos, que a la histórica y honorable reivindicación de soberanía argentina por la Islas Malvinas, les hubiera salido como lo intentaron.

De ahí en más, tras la guerra, todo fue -en cierta medida- poder popular, cuyo aprovechamiento real aún se discute.

 

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